Youssef es, ahora mismo, mi profesor. Es el bailarín de la provincia de Huelva más conocido fuera, de hecho yo lo encontré por recomendación, entre otras, de una alumna de Lili.
Su taller no era de tribal (¿los hombres bailan tribal?), sino de fusión samba-oriental. Su número de sable de la noche quedaba muy bien en el conjunto, pero ¿un taller de fusión para cerrar una mañana de talleres tribales? En fin, yo me quedé porque me apetecía y estuvo muy concurrido.
¿cuánta samba fusión es posible practicar en una hora? Lo primero que nos ahorró tiempo es que Youssef tuvo el detalle de dejar la relajación y estiramientos como propina, alargando en la práctica la hora y cuarto hasta algo más de hora y media. Además, al contrario que las profesoras de la mañana, fue el único que parecía capaz de dar explicaciones y bailar a la vez. Hasta aquí el mito de las mujeres multitarea y los hombres uni-tarea. Bromas aparte, dio una introducción suficiente porque tuvo el acierto de no coreografiar. Enseñó la base rítmica de la samba, algo para lo que necesitas tanta teoría como la primera vez que alguien te explicó qué era un malfuf; el paso que hace trampa pero queda como buen intento de bailar samba auténtica; el paso auténtico que no te puede salir en un rato, sino más bien en tres; una demostración práctica muy breve de cómo se hace mal el paso; y a continuación, nos pusimos a bailar por imitación. Él alternaba el paso básico con otros, y las alumnas lo seguíamos mejor o peor.
Fue un curso intenso, pero manejable, y me gustó el equilibrio entre supervisar con mucho cuidado la parte técnica del paso básico y a continuación bailar suelto e improvisado. Las profesoras que enseñan por imitación no suelen hacerlo a partir de improvisaciones verdaderamente simples, y puede que la clave del éxito esté en un sistema parecido a éste.
Sobre la gala, al no ser bailarín de tribal, nos trajo un número de sable con música de Solace. En verdad, se adaptó perfectamente al estilo de la música y encajó a la perfección con el resto de las actuaciones. La coreografía estaba basada en la ejecución de poses, algo que puede ser arriesgado si no tienes buena técnica. Bailar lento puede ser muy chivato. Y se llevó poco menos que una ovación del público, lo que me afirma que una de dos: o adoramos los sables, o juzgamos a los artistas masculinos con otro criterio, como sugería en su día la fabulosa Bellydance Paladin. Realmente, la actuación fue buena, pero no al nivel de la reacción del público.
Youssef es, en pocas palabras, un profesor excelente y un bailarín expresivo. No necesitaba ir a un intensivo para comprobarlo, y supongo que haberme quedado a bailar otras dos horas con mi profe habitual después de cuatro horas de talleres es lo mejor que puedo decir 😉
Muchas gracias Eu por tus palabras, me abrumas.
Con respecto a la opinión de BellyDance Paladin estoy totalmente de acuerdo, aunque creo que ella lo escribe en un tono un tanto amargo. En general ocurre en todo el mundo de la danza e incluso en el teatro. En las pruebas de Arte Dramático por ejemplo los chicos lo tenían mucho más fácil para entrar, se presentaban muchos menos, pero ¡hacían falta actores! por lo que el tribunal solía ser más benevolente con ellos. Lo mismo ocurre en cualquier audición de cualquier tipo de danza, un mundo predominantemente habitado por el sexo femenino.
Recuerdo hace algunos años un curso con Mahmoud Reda de «Hagala» en el que éramos unos 100 participantes y yo era el único chico. Al terminar el curso Reda me felicitó a mí (sólo a mí), y te puedo asegurar sin falsa modestia que por lo menos 50 de las 99 chicas tenían más técnica y experiencia que yo, y eran capaces de seguir las combinaciones del maestro a la primera, costándome a mí mucho más. Quizá en lo único que yo sí podía tener facilidad era en la vibración hagala, pero en ese momento sentí que esa felicitación se la merecían 50 personas antes que yo. Era evidente que el maestro se había fijado en mí simplemente porque era el único chico entre 100 personas. Pero su poquísimo eufórico «lo estás haciendo bien» (no fue más que eso la felicitación) a mí sí que me llenó de euforia toda la tarde y me animó a seguir con esto de tal modo que la siguiente vez que volví a un curso con él no eran ya tantas las participantes que cogían los pasos o combinaciones antes que yo.
Así que en resumen creo que puede que se adoren los sables, pero sí, se juzga a los artistas masculinos con otro criterio. Y yo creo que al respecto a parte de beneficiarme lo único que puedo hacer es ser responsable y consecuente y seguir estudiando más, practicando más, ensayando más para hacerme digno esas facilidades.
Gracias de nuevo por tus palabras.