Pongámonos en lo peor. Esto no es una cuestión de rigor periodístico, ni nada parecido. Es una profesora de secundaria poniéndose en lo peor.
Primero, el sueldo. La bajada del año pasado no fue de un 5% en mi caso, fue de un 8%, que yo siento como la pérdida de una nómina completa al año.
La inflación ha sido poco más o menos del 3%. Eso supone una pérdida de poder adquisitivo acumulada del 11%. En mi caso es más porque con un traslado forzoso, ahora pago un 20% más de alquiler.
Subamos el IVA. Ha subido cuánto, ¿dos puntos? Vale, redondeemos hacia arriba. Pérdida de poder adquisitivo del 15%.No sé cuánto me van a subir el IRPF, así que lo dejo así.
Supongamos (y esto es adelantar acontecimientos) que desmantelan MUFACE y se cargan la sanidad pública. Me busco un seguro privado que me sale por el equivalente de media nómina al año. Eso es un 4% del salario con el que empecé. Recorte total de mi poder adquisitivo de un 19%.
Redondeemos esto al 25% imaginando se sube la gasolina, la luz, el gas, etc. Mi capacidad de ahorrar, que es mucha, desaparecería. Muchos gastos comunes ahora (una cervecita, comprarme un libro, salir de tiendas, ir al cine, viajar), también.
Me olvido de los principios, de mis ideas políticas, de la hemeroteca, porque hay otra cuestión económica importante: mi marido está en paro desde hace dos años. Llega un punto en el que acabo por pensar que si todo lo que se está haciendo va a servir, de algún modo indirecto que no entiendo, para que aumente el empleo y él encuentre trabajo, pues irá una cosa por la otra. Pero por otra parte, con el nivel actual de recortes y el sueldo que puede esperar ahora, estaremos sólo un poquitín mejor que en sus primeros meses de desempleo.

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