Tengo una talla inglesa 14. En España eso quiere decir M, L, 44, 46, la-46-es-pequeña-y-48-no-tenemos, y muy de vez en cuando 42. Tengo dos prendas (un jersey y una chaqueta entallada) de talla 36… premamá, lo cual quiere decir que un diseñador decidió que tengo el cuerpo de una mujer muy menuda pero con una barriga por delante. Ninguna de estas cosas me preocupa demasiado.
El tallaje español quiere decir que en las tiendas, o mi talla no existe, o se acaba muy deprisa, o las cosas que se supone que deberían ser de mi talla no me sientan bien. Lo mejor que me puede pasar en una tienda es que mi talla sea la más grande, o que haya una talla justo por encima de la mía. Hace más de 15 años que compro ropa y todavía no he aprendido del todo qué empresas quieren mi dinero y cuáles no.
En las últimas semanas he vivido unas cuantas experiencias bastante deprimentes sobre este tema. Lo primero, parte de la culpa del problema lo tienen las consumidoras españolas. Como suena. Me he encontrado cosas como éstas:
– Compañeras de trabajo a las que les entraba la risa tonta hablando con repelú de que en alguna tienda de tipo coste medio-bajo había tallas muy grandes. Es decir, no les gustaba que la misma prenda que ellas se iban a comprar en una talla 42 o 44 estuviera disponible en la 54. No les gustaba que las tallas grandes compartieran local con las otras. Y no podían imaginar quién podía necesitar una camiseta mona y de colorines en la talla 54.
– Compañeras mías que no se quieren creer que uso mi talla. A ojo, me atribuyen entre una y tres tallas menos, porque de la misma manera que la 36 es el ideal de la delgadez, la 42 parece ser el ideal de la mujer curvilínea y «madura» (quiero decir, no infantilizada), y cualquier cosa por encima se entiende como «tallas grandes», es decir tallas de gorda, y como yo no me parezco a la pesadilla obesa de su imaginación, creen que exagero o que no me gusto.
– En general, gente que piensa que te tienes que ajustar a la ropa y no la ropa a ti. Pero esto es una batalla perdida.
Ayer estuve de tiendas en dos boutiques multimarca muy modernitas y caras de Sevilla. En la primera de ellas, había sobre todo ropa francesa. Camisetas, chaquetas y vestidos de 300 euros, rebajadas a la mitad. Pregunté a la vendedora cuál era la talla más grande que trabajan, y básicamente se hizo un lío. Lo que entendí mirando las etiquetas es que en lugar de las habituales cinco o como mucho seis tallas (de la 36 a la 46), trabajan menos, entre tres y cuatro tallas por marca de ropa, y que empiezan entre la 32 y la 34. Es decir, que habría sido necesario que las marcas tuvieran al menos seis tallas para que me mereciera la pena entrar en la tienda. La vendedora no hizo el menor esfuerzo por animarme a probarme alguna de las prendas más grandes de la tienda, y me dijo que el problema es que las prendas más grandes se las quitan de las manos antes de las rebajas. Vamos, que la culpa es mía por salir de tiendas en Enero.
En la segunda tienda tuve una experiencia parecida, aunque no me paré a hablar con la vendedora. Me pregunto cuántas mujeres de la talla 36 pueden disponer alegremente de 200 euros para gastar en una sola prenda. Y cuántas mujeres de la talla 50 están en la misma situación que yo: con mucho dinero para gastar.
Al final acabé comprando en un local nuevo para mí, donde por primera vez en mi vida los pantalones me quedan perfectos. Aquí, las vendedoras tenían una verdadera preocupación porque las clientas no pensáramos que la etiqueta nos estaba llamando gordas. Desde el probador escuché decir unas cuatro veces «la etiqueta dice 46 pero esa es la talla italiana, usted en verdad tiene la talla 44, ¿eh?». No fuera a ser que alguien se negara a comprar algo solamente porque la etiqueta no favorece.
Y es un curioso contraste el de la primera y la última vendedora. La primera me dijo, «yo no me puedo poner los vestidos que vendo porque a pesar de que tengo la talla 38, soy ancha de hombros». La vendedora a la que dejé la tienda vacía me dijo «es cuestión de encontrar la tienda donde el patronaje te sienta bien. Esta marca que vendo no hace pantalones que me queden bien a mí». Una le echaba la culpa a su cuerpo. La otra se lo echaba al diseño.
Ains!!! Yo aprendí con los años a seleccionar tiendas. Los pantalones en una, las camisetas y chalecos en otra… tener una talla 36 o xs en hombre no es nada fácil xq todos los jóvenes de 16 a 21 tienen mi talla y o los compro en temporada o cuando veo algo que me gusta y me queda bien me lo pillo. Paciencia es lo único que te puedo decir. 😉
ya, tu caso también es complicado. La diferencia es que tu talla es poco frecuente en hombres adultos, y la mía no, y no tanta gente opina que tú tengas la obligación de caber dentro de la ropa.