El argumento más tonto que oigo en contra de los libros de texto, o a favor de los libros digitales, es que los libros pesan mucho, porque en realidad, la mitad del peso de las mochilas no debería estar ahí.
Los alumnos de secundaria tienen aproximadamente diez materias, y seis horas de clase al día. En un día normal, pueden necesitar cuatro o cinco libros, y un bloc en el que tomar apuntes o hacer ejercicios. ¿Verdad? Pues no. Para empezar, tienen un cuaderno por asignatura. Algunos profesores les obligan a ello, pero son una minoría. Los alumnos usan cuadernos en lugar de blocs o folios, lo que dobla el peso. Y además, a veces, por ejemplo en mi caso con inglés, tienen un cuaderno de actividades comprado aparte. En ese caso, una buen cantidad de alumnos lo traerá a diario. Llevamos más de la mitad del curso y la mayoría de mis alumnos aún no han aprendido una regla de mi método de trabajo vigente desde el primer día: el libro B es solamente para hacer deberes, jamás vamos a trabajar con él en clase, y nos toca revisarlo en un día fijo de la semana. Pues no. Se lo traen a diario. Por si acaso.
Si todas las materias fueran iguales, entre libro A, libro B, y cuaderno, se traen el triple del peso que les pedimos. Quizá cuando trabajamos hábitos de estudio y de vida saludable deberíamos insistir en que no se traigan nada que no necesiten.