Casualmente, después de haber estado hablando en el EABE12 sobre la implicación de las familias en la educación de sus hijos, esta semana he tenido más entrevistas con familias que nunca. Además, de lo más variado.
La primera fue la madre de Almudena (nombre ficticio), de 1º de ESO. Era la segunda vez que venía, y las dos visitas estaban motivadas por sendas calificaciones de 4 en exámenes escritos. La primera vez ya le había dicho que la nota media de dos exámenes aporta el 50% de la nota y que al ser su hija una trabajadora constante, aprobaría la primera evaluación sin problemas. Esta vez, nos sentamos a la mesa, con el examen, y estuvimos 45 minutos diseccionando una por una todas las destrezas lingüísticas diferentes que Almudena tiene, o no ha conseguido todavía. Su manera de trabajar revela que estudia mucho, pero que no siempre comprende cuando la tarea es comunicativa. Y en el caso de la madre, está un poco menos preocupada porque al no hablar ella inglés, se siente perdida al tener que delegar en otros ayudar a su hija con la materia.
El segundo caso fue un poco diferente y más bien frustrante para mí. La visita era de la madre de una alumna de mi tutoría que parecía adelantarse a casi todo lo que yo tuviera que decirle sobre el rendimiento académico y la conducta de la chica en cuestión. Aquí un problema que quedó sin resolver es que otra profesora había sancionado a la chica por algo que a la madre, la hija, y tristemente también a mí me parece injusto. Ante eso, ¿qué hacer? No puedo criticar a una compañera en una reunión con los padres más allá de decir “intentaré hablar con ella”, sabiendo que no va a servir para mucho. Ha sido un problema que ha quedado sin arreglar.
La tercera entrevista fue mi primer encuentro a solas con un padre en todos los años que llevo de profesora. Aquí lo que yo aprendí es que no podemos suponer que las familias saben lo mismo que nosotros sobre cómo funciona un centro, porque como tutora de su hija le conté a este señor lo que es Diversificación y que me parece que su hija es una buena candidata a este grupo (Diversificación es un grupo reducido que tiene menos profesores y una carga lectiva algo menor). El padre quedó muy contento con la información y no mostró ninguna de las preocupaciones que suelen darse cuando se habla del “grupo de diver”, que son si después se puede acceder a Bachillerato cómo son los otros compañeros de Diver, y cómo es el trato de los profesores. Las respuestas son “sí”, “parecidos a su hija, o sea, encantadores y un poco lentos a la hora de aprender al modo tradicional”, y “bueno, porque tratamos Diver como un premio”.
MI último encuentro fue casual porque soy usuaria de un servicio que da la guardiana legal de una alumna que no es de mi tutoría. Comentamos cómo la dinámica de su grupo-clase, con mucha competición y poca colaboración, influye negativamente en cómo rinde esta chica. Me contó algún pequeño detalle sobre las circunstancias del curso anterior, que creo que me van a ayudar en lo que queda de curso. Y hablamos de la tutora de esta clase, coincidiendo en que es muy buena.
Resumiendo, una semana anormalmente cargada de entrevistas individuales que ha dejado mucho más tranquilas a dos familias, y donde yo creo que todos sabemos más sobre qué hacer por el bien de las cuatro nenas, aunque no siempre podamos cambiar lo que no nos gusta.
La primera fue la madre de Almudena (nombre ficticio), de 1º de ESO. Era la segunda vez que venía, y las dos visitas estaban motivadas por sendas calificaciones de 4 en exámenes escritos. La primera vez ya le había dicho que la nota media de dos exámenes aporta el 50% de la nota y que al ser su hija una trabajadora constante, aprobaría la primera evaluación sin problemas. Esta vez, nos sentamos a la mesa, con el examen, y estuvimos 45 minutos diseccionando una por una todas las destrezas lingüísticas diferentes que Almudena tiene, o no ha conseguido todavía. Su manera de trabajar revela que estudia mucho, pero que no siempre comprende cuando la tarea es comunicativa. Y en el caso de la madre, está un poco menos preocupada porque al no hablar ella inglés, se siente perdida al tener que delegar en otros ayudar a su hija con la materia.
El segundo caso fue un poco diferente y más bien frustrante para mí. La visita era de la madre de una alumna de mi tutoría que parecía adelantarse a casi todo lo que yo tuviera que decirle sobre el rendimiento académico y la conducta de la chica en cuestión. Aquí un problema que quedó sin resolver es que otra profesora había sancionado a la chica por algo que a la madre, la hija, y tristemente también a mí me parece injusto. Ante eso, ¿qué hacer? No puedo criticar a una compañera en una reunión con los padres más allá de decir “intentaré hablar con ella”, sabiendo que no va a servir para mucho. Ha sido un problema que ha quedado sin arreglar.
La tercera entrevista fue mi primer encuentro a solas con un padre en todos los años que llevo de profesora. Aquí lo que yo aprendí es que no podemos suponer que las familias saben lo mismo que nosotros sobre cómo funciona un centro, porque como tutora de su hija le conté a este señor lo que es Diversificación y que me parece que su hija es una buena candidata a este grupo (Diversificación es un grupo reducido que tiene menos profesores y una carga lectiva algo menor). El padre quedó muy contento con la información y no mostró ninguna de las preocupaciones que suelen darse cuando se habla del “grupo de diver”, que son si después se puede acceder a Bachillerato cómo son los otros compañeros de Diver, y cómo es el trato de los profesores. Las respuestas son “sí”, “parecidos a su hija, o sea, encantadores y un poco lentos a la hora de aprender al modo tradicional”, y “bueno, porque tratamos Diver como un premio”.
MI último encuentro fue casual porque soy usuaria de un servicio que da la guardiana legal de una alumna que no es de mi tutoría. Comentamos cómo la dinámica de su grupo-clase, con mucha competición y poca colaboración, influye negativamente en cómo rinde esta chica. Me contó algún pequeño detalle sobre las circunstancias del curso anterior, que creo que me van a ayudar en lo que queda de curso. Y hablamos de la tutora de esta clase, coincidiendo en que es muy buena.
Resumiendo, una semana anormalmente cargada de entrevistas individuales que ha dejado mucho más tranquilas a dos familias, y donde yo creo que todos sabemos más sobre qué hacer por el bien de las cuatro nenas, aunque no siempre podamos cambiar lo que no nos gusta.