por @undivaga.
—Me encanta cuidar del niño. Han sido cuatro meses maravillosos, pero lo cierto es que estoy muy cansada, apenas puedo dedicarme tiempo a mí misma.
—¿El padre no se ocupa del niño?
—Sí, cuando viene de trabajar, encima como ahora las cosas están tan mal siempre tiene que hacer horas extra y se tira 12 horas fuera de casa. Pero cuando viene de trabajar se ocupa él y la verdad es que caigo redonda. Eso sí, de noche me despierto igual, porque claro, tengo que darle la teta.
—¡Anda! ¿No se pilló baja paternal para ocuparse de todo lo que no sea la teta y dejarte descansar?
—No, tuvo el permiso ese de 15 días y gracias, está la cosa como para pillarse baja paternal.
—¿Y una excedencia sin cobrar? Vuestro hijo es lo más importante y tú tienes unas ojeras tremendas, te tienen abandonada.
—Ojalá pudiera pillarse una excedencia. ¿De qué viviríamos?
—Bueno, mujer, podríais pedir un préstamo a vuestros suegros, que tienen una buena pensión. Vuestro hijo es lo más importante. Un niño debería tener a ambos progenitores cuidándole a él y tú también te mereces que tu pareja te quite carga de encima para que puedas recuperarte del parto.
—No sé, lo veo muy complicado. Aunque le concedieran la excedencia es probable que se viera perjudicado en su trabajo. No me quiero imaginar que le echaran.
—¿Es que vuestro hijo no es lo más importante para vosotros? Los trabajos vienen y van. Además, no hace falta tener tantas cosas. No os hace falta un coche. Podéis ir en metro.
–Gracias, pero ya estamos realmente muy apretados. No entiendo tanta insistencia.
—Pues nada, que siga perdiéndose a su hijo.
—¿A qué viene tanta insistencia? Te he dicho ya que no podemos, ojalá pudiéramos, él cuidaría de su hijo encantado.
—Si realmente quisiera, estaría cuidándolo. Siempre hay excusas.
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¿A que este diálogo os parece completamente fuera de lugar? ¿A que percibís una persecución injustificada contra un simple padre de familia? Leed este otro diálogo.
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—Ha sido maravilloso cuidar de nuestro hijo los últimos cuatro meses. Es una pena que el padre se tenga que reincorporar ya al trabajo, le va a echar mucho de menos.
—Y está enorme, ¡altísimo! ¡Y qué sano! ¡Y siempre riendo!
—Menos mal que el padre se levantaba todas las noches a darle el biberón, yo me quedé destrozada tras el parto. Las horas de sueño extra me vinieron de lujo.
—¿No le diste el pecho?
—No, qué va, yo no producía leche suficiente y además desarrollé mastitis en ambos pechos, por lo que tuve que desistir en los primeros días.
—Eso no es verdad.
—¿Cómo?
—Todas las madres tienen leche suficiente.
—Te dijo que mi hijo se deshidrataba por momentos hasta que decidimos empezar con apoyos de leche en jeringa y después biberones. Además, tengo el pezón plano.
—¿Usaste pezoneras para intentar sacar la leche?
—Sí, también probé con las pezoneras, pero nada. No he sentido un dolor mayor en mi vida.
—Otra cosa que puedes hacer es probar distintas posturas. Sería que no probarías las posturas adecuadas.
—Acudí a todos los cursos de lactancia habidos y por haber, donde me explicaron las distintas posturas, y después del parto intentaron ayudarme varias matronas.
—Mira, te explico lo que hay que hacer (cinco minutos con enumeración de las cosas que se pueden hacer para dar el pecho), lo hacías mal, seguro. Todas pueden.
—Oye, te estoy diciendo que yo no pude, ¿por qué insistes? Tomé una decisión razonada en unas determinadas circunstancias y haces que parezca un capricho.
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Precisamente, lo que diferencia a un capricho de una decisión es que el primero no requiere motivos, es simplemente un deseo irracional que el sujeto quiere llevar a cabo, mientras que las decisiones se toman basándose en hechos y argumentos racionales. Las decisiones que toman las mujeres, sin embargo, suelen considerarse como si fueran caprichos, porque se las toma por niñas incapaces de razonar y necesitadas de un adulto que les dicte lo que hay que hacer. No ocurre así con los hombres.
Con el auge de la promoción de la lactancia materna (que, ojo, nadie duda de que a priori sea la mejor opción) existe un consenso no declarado en que lo racional es la lactancia materna (en adelante, LM) y que quien da lactancia de fórmula (en adelante, LF) lo hace por capricho. De cara a la galería se admiten unos pocos casos en los que es preferible la LF que pueden consultarse en este documento de la OMS pero, claro, rara vez se le dirá a una madre con problemas reales para dar el pecho que ella se encuentra en uno de esos casos.
He visto, por ejemplo, auténticos ejercicios de tortura a mujeres con mastitis, que por cierto es un proceso muy doloroso, muchísimo, peor que el peor dolor de muelas. Dado que la OMS recomienda que se deje descansar la mama afectada según el criterio médico (en el criterio médico está el quid, es lo que permite todos los abusos) abre la puerta a la tortura de mujeres con dudoso criterio científico, porque la LM siempre es mejor, no importa cuánto duela, no importa cuánto sufrimiento provoque.
Las mujeres que abandonan la LM por diversos motivos (desde motivos laborales hasta una baja producción de leche) no suelen ser preguntadas acerca de estos motivos para incorporarlos a una estadística, a no ser que sean motivos de salud tan burros que no se puedan obviar fácilmente. Por ejemplo, un cáncer o una tuberculosis. Pero la inmensa mayoría de mastitis, pezones planos e hipogalactias pasarán a engrosar el capítulo de “vanos caprichos” de la madre, porque estos motivos sencillamente jamás aparecerán en un documento. Es más, cuando se realiza una búsqueda en Google de la palabra “hipogalactia” el primer resultado ya distingue entre hipogalactia verdadera e hipogalactia falsa, porque ya se sabe que las caprichosas mujeres no dudarán en exagerar o mentir con tal de satisfacer sus irracionales deseos.
No existe el mismo grado de sospecha, ni por asomo, sobre los hombres que deciden no implicarse en el mismo grado que la madre en la crianza de sus hijos durante sus primeros meses de vida, que además son una inmensa mayoría. Si ellos dicen que no pueden, no pueden y punto. A ellos no se les pide que pasen a explicar por enésima vez todas las circunstancias que les llevaron a tomar esa decisión porque se les toma por adultos responsables. Nosotras, en cambio, debemos volver a explicarnos siempre, ante profesionales médicos, ante hombres y mujeres, ante amigas, incluso ante desconocidas. Y debemos estar dispuestas, siempre, a escuchar consejos ajenos ya cien mil veces escuchados. Porque somos niñas y porque somos ignorantes. Porque siempre lo seremos.
En el primer caso yo percibo un acoso sobre la pareja. Lo recibe directamente la mujer, por ser la que está presente en la conversación, pero entiendo que las decisiones han sido meditadasen común y una tercera persona las cuestiona metiéndose donde no le llaman.
En el segundo caso percibo un acoso sobre la mujer, que es quien conoce qué problemas ha tenido, cómo ha intentado solucionarlos… De nuevo el «acosador» es una persona que se mete donde no le llaman.
No percibo capricho en ningún momento.
¿Me lo debo hacer mirar?
No, lo has entendido bien, de lo que se trata es de que la persona impertinente que hace todas esas preguntas actúa como si los padres (1) o la madre (2º diálogo) lo que tienen es un capricho. 🙂
Cuando una mujer decide dar el biberón a su hijo (la causa, razonada y estudiada, apoyada en argumentos lógicos no importa) será cuestionada mil veces, recibirá consejos no deseados, se la tachará de caprichosa, y al final su bebe tomará biberón.
Cuando una mujer decide dar el pecho a su hijo (la causa, razonada y estudiada, apoyada en argumentos lógicos no importa) será cuestionada mil veces, recibirá consejos no deseados, se la tachará de caprichosa, y al final su bebe tomará pecho o tomará biberón.
Cuando una mujer decide dar biberón siempre lo logra, cuando decide dar pecho, no siempre es así. Los consejos sobre maternidades ajenas y focalizados en la mujer, siempre están presentes, a la que da pecho, no se le van abriendo las flores a su paso, os lo aseguro.
Prácticas directamente erróneas relacionadas con la mastitis que se promueven desde el colectivo médico, como tratar con amoxicilina-clavulámico (un antibiótico de amplio espectro que se utiliza para infecciones de todo tipo), que no es especialmente eficaz frente a S. aureus (principal productor de mastitis clínicas y subclínicas) y que sin embargo acaba con la flora de Lactobacillus spp. propia de la glándula mamaria y que es un factor de protección frente a estas mastitis. (El ciprofloxacino es un antibiótico compatible y más eficaz); desconocimiento de grados leves de anquiloglosia (frenillo en el bebe) y su relación con el fracaso de la lactancia; recomendaciones de destete para tratar problemas médicos en la madre, cuando existen alternativas de tratamiento compatibles (información sobre compatibilidad de medicamentos aquí: http://www.e-lactancia.org), etc.
Eso sólo en el colectivo médico. La irrisoria baja maternal de 16 semanas es el factor principal desde mi punto de vista, tanto en fracasos de madres que desean lactar, como en la desigualdad de trato hacia las mujeres en relación a la maternidad. Una baja de un año (o de dos, como tienen en algunos paises) se puede (y se debería) compartir mitad y mitad entre el padre y la madre. Una baja de dieciseis semanas es imposible hacerlo sin perjudicar la lactancia y la adaptación del bebe. Y dar el pecho en sitios públicos sigue siendo noticia http://www.eldiario.es/sociedad/Primark-CarmenVega-tetada-lactancia-amamantar_0_167283707.html
Y respecto a los comentarios «bienintencionados» los hay igualmente. «¿Ya tiene hambre otra vez?» «¿Aún le das?» «¿No le metes ya la papilla y se lo dejais a la abuela?»»Cuánto sacrificio, si con el biberón se crían igual…»
Y es cierto, que cuando no hemos pasado un camino de rosas precisamente, cuando hemos peleado y hemos aprendido, intentamos (al menos yo) facilitar el camino a las que vienen después (oye, que si que te pueden poner anestesia local y darle teta en la sala de espera, no necesitas destetar doce horas…oye, que no tienes que sufrir, que te puedes medicar, oye..) y podemos caer en el mismo intrusismo que nosotras mismas hemos sufrido. Y tan malo es negar la ayuda que se pide, como imponer la que no se pide
Muchas gracias por la reflexión 🙂