Me ha pasado varias veces que en Junio, alguna familia me pregunta si el curso próximo voy a volver a dar clase a sus hijos. Es uno de mis mayores orgullos como profesora: que los niños y las familias quieran repetir. En esos casos, yo siempre tengo que contestar «espero que sí, lo sabremos en Septiembre».
La elección de grupos de cada mes de Septiembre la espero con los nervios con los que esperaba cualquier primer día de curso cuando era pequeña. tenemos que escoger en Septiembre por dos motivos. El primero es que algunos profesores, por razones administrativas que no vienen al caso, no llegan al centro educativo hasta Septiembre. El segundo, que a veces no sabemos seguro cuántos grupos va a haber de cada nivel. Por ejemplo, dependiendo de la matriculación podemos tener 3 o 4 grupos de 1º de ESO y no lo sabemos con seguridad hasta Septiembre.
Bien, para escoger grupos nos reunimos todos los profesores del mismo departamento, y nos repartimos las clases, a veces con un poco de fricción y a veces amistosamente. El proceso se supone que es consensuado, y algo de debate siempre hay. Si no es posible escoger simplemente por consenso, primero escogen los catedráticos, luego los profesores definitivos por orden de antigüedad y luego los interinos. Pero esto la norma no lo explica muy claro, y puede ser que Andrés escoja lo que quiera, y luego Bea y Carlos se queden con las migas, o puede ser que se haga como repartiendo naipes: escoge Andrés, luego Bea, luego Carlos. Otra vez Andrés y así hasta que nos hemos repartido todos los grupos. A esto se llama «hacer rondas» y es el método más frecuente. De hecho, en casi todos mis repartos hasta ahora, primero se hace ronda, y luego se hacen algunos cambios si la ronda ha dejado cosas mejorables.
Es normal tener en cuenta que haya continuidad, si se puede: si Andrés el año pasado dio 2º de la ESO, este año es normal que quiera dar 3º. No a todo el mundo le importa este criterio. Hay profesores que después de haber tenido buenos resultados con unos materiales y recursos concretos, tengan ganas de reutilizarlos con alumnos nuevos. También hay gente que quiere dar la menor cantidad posible de niveles distintos, y gente a la que no le importa tener cursos de muchos niveles. Aquí, mis preferencias personales son: dar pocos niveles, y tener continuidad, en ese orden. Me agota tener más de tres niveles distintos. He llegado a tener cinco.
También es importante que las horas de clase sumadas de cada profesor sean 20 o 21. En mi departamento de Inglés tenemos bloques de 2, 3, y 4 horas semanales, así que la suma no siempre es sencilla.
Finalmente, ¿por qué el reparto no es fácil? Porque los cursos superiores tienen fama de mejores: niños menos rebeldes y contenidos más estimulantes para los profesores. No es tan simple, os lo cuento curso por curso.
Primero de la ESO es duro, porque los alumnos son niños, no son adolescentes, y no saben estar en el aula. Hay gente a la que les gusta su falta de cinismo, y la posibilidad de hacer con ellos actividades más o menos infantiles (dibujitos, Halloween, etc).
Segundo de ESO puede hacerse más duro que 1º porque es el tapón de atascado de repetidores y del alumnado más conflictivo. No tiene por qué ser malo, pero si hay problemas, van a estar aquí. Es un motivo para preferir 1º.
Tercero de ESO es mi curso favorito. Los alumnos son definitivamente adolescentes, no niños, pero la mayoría aún no ha pegado el estirón definitivo, y como no son los mayores, todavía te tienen cierto respeto. En mi asignatura, inglés, es un año crítico para enseñar a redactar. Hay profesores, en cambio, a los que precisamente no les gusta ese carácter indeterminado, «a medio hacer», del quinceañero, y evitan este curso y 4º también.
Cuarto de ESO tiene un enorme ventaja: las características del sistema de repetición de cursos hace que muy raramente haya alumnado conflictivo aquí. Es el año con menos repetidores. Es un año a veces un poco difícil porque definitivamente, ya no son niños y se pueden subir un poco a las barbas por esa razón. Empiezan a sentirse adultos.
Primero de Bachillerato es la gran estrella, el año favorito de casi todos. Inconveniente: demasiados alumnos llegan con mal nivel desde la ESO. Ventaja: A algunos profesores les parece que el nivel que se imparte en Bachillerato es más complejo y estimulante que el trabajo en la ESO. Yo no estoy entre esos profesores; no me divierte más trabajar la pasiva que trabajar el presente continuo.
Finalmente, en segundo de bachillerato vas a tener un alumnado con mucha motivación para terminar, sin conflictos graves, y donde se supone (puede ser mucho suponer) que la gente tiene las ideas claras y va a trabajar. Inconveniente: lo más seguro es que te mates a corregir exámenes y trabajos.
Así que por eso, cuando los profesores terminamos un curso, no tenemos ni idea de si vamos a repetir con las mismas clases al año siguiente. Depende de nuestros gustos, y también de hacer un reparto justo con los compañeros de departamento.

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