Puede parecer que hay cierta superioridad del activismo callejero frente al que se hace en redes sociales, ante lo cual quienes pasamos mucho tiempo frente a un ordenador tenemos la tentación de defendernos, en nuestro método o en la validez de las herramientas que usamos. Pienso que es una distinción inútil, pues la diferencia clave no está entre activismo online y activismo en la calle, sino en los grados de separación con la realidad. Leer lo que escribo aquí es tan real como leerlo en papel, escucharme en un aula, o comentarlo en una cafetería. Veamos a qué me refiero con qué es la realidad.
El grado 1 del activismo son las acciones encaminadas a conseguir justicia o eliminar discriminación. Pongamos un ejemplo que se puede hacer dentro y fuera de redes sociales: el uso del femenino plural como genérico. Supongamos una asociación cultural que pone en sus estatutos que el femenino plural se entiende como genérico; da igual si están en un centro cívico de barrio, en un blog o en facebook. El póster que dice «ESTÁIS TODAS INVITADAS A NUESTRA FIESTA DE ANIVERSARIO» es un acto reivindicativo.
El grado 2 es la elaboración o difusión de teoría que explique, divulgue o eduque sobre el activismo. Los estatutos de esa asociación explican porqué van a tomar esa medida. A los nuevos se les dice «no hay actividades sólo para chicas, el femenino es genérico, si hacen una exposición de fotos Pepe, Juan y Miguel pondrá «Tres conocidos fotógrafos malagueños», pero si es mixto o genérico, será femenino». Y se les explica porqué. «Es para dar visibilidad a las mujeres artistas, para que en las actividades mixtas no parezca que las mujeres están como invitadas, porque decimos «personas» en femenino, y para fastidiar al concejal de Cultura».
El grado 3 es la evaluación de las acciones en función de la teoría. En mi ejemplo: ¿hemos sido coherentes y toda la documentación está en femenino? ¿es sólo por escrito o también es oral?
El grado 4, ya a tres escalones de distancia de la práctica, es la evaluación de la teoría: decidir si es útil, o no, si estamos de acuerdo con ella, o no. «No tiene sentido que nos pasemos un cuarto de hora de cada reunión con el Concejal de Cultura aguantando sus sermones sobre los estatutos». «El femenino genérico no integra a las mujeres, sólo disfraza». «El femenino plural genérico no sirve para lo que queréis que sirva».
Grado 4 sería tambien la evaluación del grado 3. ¿Se puede evaluar un evaluación? Por supuesto, aunque a esta altura normalmente estamos opinando sobre personas. Es decir: Emi dice «los carteles muy bien, pero cuando hay un taller de pintura con niños y niñas, les habláis en masculino». Fran dice: «Lo importante es que se apunten, no lo que te parezca a ti que tenemos que llamarlos, Emi, vamos a lo serio». O dice, en privado, por ejemplo: «Emi siempre se fija en lo más tonto».
Grado 5, sí, lo hay, es evaluar el grado 4: opinar sobre las críticas a la teoría. ¿Parece retorcido? Sólo hay que decir «Los que dicen que el femenino plural genérico no sirve para nada son todos unos saboteadores». Censurar a Fran del ejemplo anterior específicamente por criticar a Lola. Censurar a la persona que dice: «no acepto tu teoría». Supongamos que alguien dice «A Fran lo que le pasa es que se agarra a lo que sea para tener más razón que Emi». Grado 5. Estamos a cuatro escalones de la realidad.
He establecido 5 grados. Pero incluso charlando con un café delante, el grado de cotilleo-sobre-cotilleo sube más. Es fácil decir: ¿Leo? Paso de Leo. Es de la pandillita de Fran. Grado 6. Y así hasta el infinito.
Hay que teorizar y hay que evaluar, pero eso no pude serlo todo. Como activista, considera hasta qué punto tu actuación está más cerca de cambiar el mundo, online o no, o más lejos, ya sea considerando teorías o evaluando el trabajo de los demás. No se trata de si tu acción es exitosa, sino de si es directa. Se trata de la respuesta a la pregunta: ¿qué has hecho hoy contra la injusticia?

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