Los viernes tienen el horario más cargado de toda la semana. 4º, reunión, 1º, biblioteca, guardia, 3º, 4º. Teóricamente, no tengo ni un momento de descanso en 6 horas y media. La realidad es que la guardia es tranquila y me da tiempo a comerme el bocadillo.
En 4º, alguien ha intentado salir en un programa de televisión y se ha sentido engañada. La consuelo comentando algo sobre los procesos de selección que se hacen en los programas donde no salen famosos: tertulias, realities, etc. De ahí pasamos a rematar la última parte de gramática del trimestre. Explico en español y pongo los ejemplos en inglés en la pizarra, como ya pasó con el otro grupo que tuvo una clase parecida a principios de semana. Y con esto, no más gramática hasta dentro de cinco o seis semanas.
La reunión es del Departamento de inglés. Somos tres. Nos reunimos en la sala de profesores porque el despacho está helado. Otros profesores entran y salen. A la vista de una estadística que me han dado de Dirección, comentamos con mejor perspectiva los resultados del primer trimestre. Tenemos un poco de «sesión de desahogo» y ponemos posiciones en común porque dentro de dos semanas, dos de nosotros tenemos una reunión con los maestros de 6º de Primaria de los colegios cercanos, para ir organizando el «tránsito» de los niños.
En 1º, tengo la sensación de estar dando clase a un tercio de los alumnos. Cantan todos. Hacen un ejercicio escuchando una grabación y casi nadie lo entiende. Vemos, esta vez sí en inglés, cómo se da permiso y se prohíbe. Pongo una tabla en la pizarra porque no me gusta cómo viene el tema en el libro, y la copian. Y para terminar hacemos un par de ejercicios del libro. Un tercio parece pillarlo a la primera, la cuarta parte no quiere hacer nada pero no impiden trabajar, y el resto acaba por pillar el concepto al final, a base de repeticiones.
En la biblioteca, nada nuevo. Como siempre, protestas enérgicas de la gente que quiere sentarse en los puntos de paso: «¡Ni que estuviera aparcado en doble fila!».
En mi guardia de los viernes, me voy a la sala que se usa para los alumnos expulsados de clase. Si un niño da mucha, mucha guerra, se le pone un «parte», un formulario que detalla qué ha hecho, y es opcional mandarlo (o mandarla) a esta sala, donde el profesor sólo lo admite si hay «parte» con deberes para que haga en el rato que pasa allí. Es un rato muy tranquilo. Como no tienen público y la sanción no la has puesto tú, no te discuten. Hoy también tengo que hacer llamadas de teléfono a padres de niños enfermos, para que los recojan. Entre dirigir el tráfico para que los niños entren en su clase, conseguir unos papeles y hacer llamadas, se va media hora. Más tarde, tengo una cantidad desacostumbrada de expulsados: tres. Por responder a voces, y por hablar con el compañero. Aprovecho para pasar a limpio las actas de la reunión que tuve antes.
En 3º, nos rendimos definitivamente con What Can I Do de The Corrs. No la cantan bien, y algunos se dedican a hacer el payaso. Me enfado. Les digo que no es problema si están aburridos de la canción, pero que me molesta que tengamos tantas «estrellas del rock», que es como suelo llamar a la gente que llama demasiado la atención. Por un momento, se callan. Acordamos que a la siguiente canción le vamos a dar, la semana que viene, una sola oportunidad, y si no la disfrutan me lo dirán y cambiaremos de método. Después de eso, tienen su sesión semanal de trabajo semilibre en grupos. Resuelvo dudas y les hago de diccionario.
En 4º, ensayamos nuestra canción. Votamos una entre dos versiones de un clásico para usar como karaoke. Esta actividad ha despertado algo. Después vemos media hora de Romeo y Julieta. Es nuestra única sesión semanal en una sala con pantalla.
Salgo tarde, porque recojo libros que me van a hacer falta para trabajar en casa, donde hago un par de cosillas sin muchas ganas.
Horas lectivas: 4
Horas no lectivas: 2:30.
Horas reales trabajadas: 7. 6:30 seguidas en el trabajo, sin pausas, y media en casa.
Recursos que he echado en falta: nada nuevo.