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Hoy tengo, en principio, un día tranquilo: guardia, una clase, tres exámenes. En la guardia, falta un profesor. Me confirman que no tengo que darles ninguna tarea. Como el grupo ocupa el aula de al lado de la biblioteca, me los llevo. Se sientan todos al fondo. Mientras hacen sus cosas, catalogo libros y hago fotos. No les obligo a estudiar, pero algunas niñas me preguntan dudas de inglés. Aviso varias veces de que pueden jugar con sus portátiles, pero no poner música ni ningún juego con sonidos. No es por mi dolor de cabeza, sino porque siempre me molesta ese ruido añadido al griterío que están montando. Es la única regla que impongo, porque me parece demasiado duro hacerles guardar el silencio de los exámenes y no saben estar en un término medio.
Un compañero me releva y voy a hacer fotocopias de los partes que puse ayer. Cuando a se pone un parte, hay que hacer fotocopias para el tutor, para el jefe de estudios y para el alumno, y llamar a su casa para informar de lo ocurrido. La comunicación es doble, oral y escrita, para estar completamente seguros de que la familia está informada de un proceso que puede acabar en expulsión.
De ahí me voy a mis exámenes. Espero a que guarden el material; siempre hay alguien repasa sus apuntes hasta que digo dos o tres veces que no reparto los exámenes hasta que lo retiren todo. Explico en español qué hay que hacer en cada ejercicio. No leen o no comprenden los enunciados: me preguntan varias veces «en este ejercicio, ¿qué hay que hacer?». Es la primera vez en mi vida que un examen me queda demasiado largo, y en todas las clases doy cinco minutos más, lo que se come cerca de un cuarto de hora del recreo. Me da tiempo a tomarme un café.
En 1º, vemos los adverbios acabados en -ly. El libro trae pocos ejemplos. Me he inventado una familia donde cada uno conduce con un estilo y escribo las frases en la pizarra, según las voy diciendo: «My mother is a good driver. She drives well». Una niña dice que su madre no tiene carnet. Un niño bromea «tu madre es una sinpapeles». La niña se ofende, me llama, y quienes los rodean le dan la razón a ella. Comento que es desagradable, y que es muy triste valorar a las personas por su documentación, lo que lleva a un minidebate porque han visto en televisión algo sobre los inmigrantes sin tarjeta sanitaria y no les gusta la idea. Me hacen muchas preguntas que contesto brevemente, diciendo la verdad pero procurando no asustarlos. Volviendo a los adverbios, los entienden en teoría pero sólo la cuarta parte de la clase es capaz de resolver a la primera un ejercicio para convertir adjetivos añadiendo -ly. Habrá que insistir.
Mientras tanto, la niña a la que puse un parte ayer se lleva un chasco, porque ha dado por supuesto que cuando le entregue su parte la expulsaré de la clase y no era mi intención hacerlo. Hace todo lo que puede para que la eche. Se niega a copiar de la pizarra. Distrae a sus amigas, sentadas varias mesas más atrás. Le digo que si sigue así, la sentaré sola. La siento sola. Dice que no se va a mover porque no quiere. Hace ruido: habla sola, tira bolígrafos al suelo y vuelve a cogerlos, se ríe. Al terminar la clase, voy a hablar con el Jefe de Estudios a contarle lo que ha pasado. La alumna ha pasado de no querer trabajar a querer echarme un pulso, y la verdad, me daría pena que la echaran del centro una semana a base de ponerle partes, que sería lo fácil. El jefe dice que hablaremos con ella.
Me llevo a casa las redacciones que los grupos de 3º y 4º me han entregado, hechas en casa. 43 alumnos, 4 que no la han traído. Cada día de retraso resta 0,1. A mí me gustaría tenerlo todo para mañana, pero imposible. Tardo dos horas con pausas mínimas en corregir las 15 redacciones de 3º. Son amenas de leer: la biografía de alguien que no sea famoso. Todos han escogido a su familia. No es fácil ponerles nota numérica. Cuento y corrijo sus errores en gramática, vocabulario, expresión (3 puntos cada cosa), y ortografía/puntuación (1 punto), pero no voy descontando X puntos por error. Casi todas tienen errores graves pero son legibles, y algunas, amenas. Al final, apunto los errores más repetidos que no sean un simple despiste, para comentarlos en clase el próximo día.
Horas lectivas: 4.
Horas no lectivas: 1.
Horas reales de trabajo: 7:30.
Recursos que he echado en falta: no tengo grabaciones para poner ejercicios de escucha en los exámenes de 4º: es un material que no se compra, las editoriales lo regalan si los alumnos se compran el libro.
Los recursos para trabajar con alumnos con problemas de conducta graves son muy limitados. Puedo hacer poco más que echarlos de la clase o dejarlos sin recreo. Y cuento con un equipo directivo excelente, si no lo fueran no sé qué sería de mí.

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