Empezamos con 4º. Cantamos. Dos veces la misma canción, una conmigo y otra sin mí. No me parece fácil, y lo hacen bastante bien. Pasamos a ver el tema de vocabulario que preparé ayer. Yo creía que era simple y breve, pero me quedo corta. Odio dejar temas de vocabulario a medio explicar, siempre procuro que cojan una sola sesión. Les cuento, dibujando mal un mapilla en la pizarra, cómo es el urbanismo de Manhattan. Ese tipo de detalles culturales suele gustar; de hecho, nombro todas las islas del archipiélago menos Long Island y alguien me pregunta cómo se llama la isla que me ha faltado.
Reunión de departamento. Los que damos clase en 1º tenemos una reunión el lunes por la tarde con los maestros de primaria de los colegios; les pido información a los otros dos profesores que dan clase ese año. Sobra tiempo y me voy a la biblioteca, a seguir con el proceso de pegar tejuelos y guardar libros con el que llevo toda la semana.
Clase en 1º. Cantamos Don’t worry, be happy, nuestra nueva canción, una sola vez. Llevamos poco tiempo con ella y no se la saben. Como es larga, hacemos un solo intento. Pasamos al libro: hacemos un par de ejercicios relacionados con la escritura: seleccionar información de un texto, resumir, el orden de las palabras en la oración. Aquí les hago comparar con la sintaxis del español para que vean dónde están las principales diferencias. Una niña no está haciendo nada. Le digo que tiene muchas habilidades (dibuja muy bien) y dice que ella no quiere trabajar de eso. Eso es algo desgraciadamente muy frecuente: los alumnos asocian directamente sus habilidades con profesiones. El bueno en matemáticas se plantea ser profesor de matemáticas, la niña que dibuja se plantea (y descarta) ser pintora. No hay nada más allá. Le pongo algunos ejemplos de profesiones donde su atención al detalle, ya sea o no para dibujar, es necesaria: todo lo relacionado con la moda…un niño sugiere arquitectura. Aquí me preguntan «qué hay que hacer para trabajar de….» y contesto alguno.
Llega nuestro pequeño mansplainer: un niño que me pregunta qué hay que hacer para ser policía. Le cuento en qué consisten las oposiciones. El niño levanta la mano, pero no para preguntar, sino para contarme, él a mí, qué le han dicho en su casa sobre el tema (le han hablado de la academia de policía, pero no de las oposiciones). Le pregunto: «¿por qué me estás explicando esto?» No lo sé. «¿Yo te he preguntado?» No. «Cuando me has hecho la pregunta, ¿sabías ya la respuesta?» No. «¿Me he equivocado con lo que te he dicho?» No. «Entonces, ¿para qué interrumpes?» No lo sé. «Está feo que quieras explicarle una cosa a quien te está resolviendo tus dudas». No es mi intención, pero muchos se ríen. Cambio rápidamente de tema.
Este tipo de interrupción, o que me contradigan, por ejemplo cuando se confunden con la polisemia y creen que el error es mío, es frecuente. Suele haber un par de alumnos en cada clase que intentan quedar por encima. No son rebeldes, suelen ser buenos estudiantes; es otra cosa. Suelen ser ferozmente competitivos. Otra cosa bien distinta son los alumnos críticos o rebeldes, los que cuando propongo un tema para una redacción dicen que prefieren hacer otra cosa o los que dicen que no les gusta la película o la canción que he puesto, por ejemplo.
En el recreo, más biblioteca. Unas niñas y yo casi terminamos de pegar tejuelos en los libros que tenemos amontonados en las mesas. Al final del día, cuento los libros que me quedan. Son unos 80. Eso son unas tres semanas más. Las siguientes tareas gordas son elaborar y comprar una lista de libros, y conseguir que niños con más arte que yo me hagan unos cuantos carteles, que la biblioteca se ve muy sosa. Eso cerraría todas las tareas del año aparte del mantenimiento normal.
Guardia. Llamo a las familias de varios niños enfermos, paso a limpio las actas de la reunión de horas antes, y miro unas estadísticas. Ya tengo las notas medias de 1º: también están en el 5 raspado, y si el curso acabara hoy, suspendería a un tercio de la clase.
Y 3º. Tienen su sesión semanal de trabajar en grupos y toca que revisen su examen.La clase pasa sin más incidente que una pelea de tirarse bolas de papel cuando no miro, entre los alumnos varones de la clase, que no paran.
En 4º, terminamos de ver Romeo y Julieta. No se quieren creer el final. Debatimos un poco sobre la visión que presenta del amor romántico y las relaciones familiares. No son conscientes de que la diferente personalidad de Romeo y de Julieta se debe a que él es libre y ella no, porque son un hombre y una mujer. Romeo les parece «más liberal» y ella «más mimada».
Este fin de semana no quiero trabajar. Cojo un par de papeles que necesito para escribir esto. Mi última lista de tareas es a un mes vista, la hice el lunes, tenía doce elementos y he hecho la mitad.
Horas lectivas: 4.
Horas no lectivas: 2:30
Horas reales trabajadas: 6:30
* No habrá día 21 mañana. Pronto, unas conclusiones.