Todo lo que necesitaba saber sobre popularidad y gregarismo lo aprendí de un bofetón en 7º de EGB. El bofetón fue verbal, pero da lo mismo. Es una edad y un momento, el actual 1º de ESO, creado para que te pasen estas cosas.
Entonces había jornada partida en el colegio. De 9 a 12:30 y de 3 a 4:30 o 5. Había comedor, en el que nos quedábamos pocos niños. Calculo, por el tamaño de las clases, que éramos un poco más de 500 alumnos en el centro y que en el comedor nos quedábamos unos 50, junto con algunos profesores, muy pocos. Los niños estábamos encerrados en el patio sin entretenimiento y con poca o ninguna vigilancia de 12.30 a 3, excepto el rato de comer. El encierro y el aburrimiento generaban unas relaciones muy intensas entre las niñas más mayores. Había bullying, pero no sólo eso. Por ejemplo, había una competición muy intensa por ser las cuidadoras de las niñas muy pequeñas.

El caso es que yo acababa de empezar a usar gafas cuando, da igual porqué, una niña me insultó: ¡GAFÚA!. Me enfadé mucho, y le contesté: «Y tu amiga de las gafas culo vaso, ¿gafúa también?». Y la niña se enfadó más, y dijo muchas barbaridades, pero al final acabó sonriendo y diciendo: «no es lo mismo tener gafas que ser gafúa».

Y aquí mi bofetada de realidad. La niña tenía razón, a su manera.
Luego he conocido a muchas personas adultas, incluso gente parentemente inteligente, que no tratan a la gente por lo que hacen, sino por quiénes son,  o con quién se relacionan. Podéis escoger la pildorilla azul y seguir acusando a todo quisque de gafúos. O la roja, y ser un poco más críticos y menos gregarios.
Eso sí, la mentalidad de los 12 años es cómoda y con ella se puede medrar muy bien. Basta con saber detectar a los gafúos y no juntarte con ellos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *