Obras completas de Dickens. Cada pestaña de color marca un acto de violencia doméstica o de género.
Hace muchos años que doy el mismo consejo. Lo mejor que puedes hacer con una tesis es no empezarla. La tesis es como los gatos, no es tuya, eres tú de ella. La tesis es como las drogas duras, los que se enganchan son los pringaos, tú puedes, tú controlas, tú vas a ser ESE doctorando único y especial que va a tener los subidones de poderío intelectual y nunca las resacas, las bajonas y las crisis.
Ya.
Claro.
Y el caso es que yo estoy intentando terminar la mía, si se deja. Veremos.
Nunca se sabe por dónde empezar. Un comienzo puede ser que empecé Filología Inglesa, una carrera que conduce de forma clara a la docencia, sin querer tener nada que ver con adolescentes, así que una de las opciones que quedaban era la universidad. La carrera me gustaba mucho, yo tenía un expediente muy bueno, y oye, tal como estaban las cosas en 199x parecía que la ruta era fácil y empezaba por ahí, por el doctorado.
En aquel momento la carrera tenía cinco años. El cuarto, me fui de Erasmus y pasaron dos cosas. Una, que la nota media me bajó del 9.5 al 8.5. Dos, que muchos de mis nuevos amigos me preguntaban: «¿cuál va a ser el tema de tu tesis?» Yo en aquel momento no tenía ni idea, pero me quedé un poco mosca. Y en el verano entre cuarto y quinto, me decidí. Sabía que quería hacer algo panorámico más que monográfico, no por ambición sino porque mi capacidad de atención y de análisis tiende más a buscar paralelismos y patrones entre objetos dispares y campos amplios, que a la disección precisa de cuestiones pequeñas y sutiles. Sabía que quería trabajar con narrativa, porque la poesía me parecía demasiado subjetiva y personal, y no confiaba en mi capacidad para analizar teatro, siempre cambiante, siempre dependiente de la ejecución. Sabía que no quería estudiar nada que me gustase muchísimo porque no quería arriesgarme a cogerle manía. Y sabía mucho más de lo que deseaba saber sobre violencia de género. Así que cuando mi madre me dijo «¡haz un estudio sobre violencia de género en Shakespeare!», en mi cabeza triangularon dos lecturas de infancia y una reciente, y la respuesta fue: «sí, violencia de género en Dickens«.
Empecé a trabajar en ello en 5º de carrera. Conseguí una beca que me vino bien porque tenía que justificar algún tipo de trabajo, y lo que hice fue elaborar una base de datos a partir de las novelas. Es decir: cada vez que un personaje insultaba o pegaba a otro, a la base de datos que iba. En 5º no trabajé mucho en ello, tenía que estudiar, pero adelanté algo y me compré los materiales básicos de la tesis: los libros. Dickens escribió 14 novelas y montones de cuentos.
Estas fueron las circunstancias al principio. Teníamos el siglo recién estrenado, y la vida era bella. Veamos algunas circunstancias posteriores algo más deprisa.
1º curso: Hay que empezar por estudiar los cursos de doctorado. Entonces no había trabajo de fin de carrera para casi nadie. Pasé de los trabajos de unas 3000 palabras de la carrera a hacerlos de unas 5000. Me leí las 14 novelas, apuntando en la base de datos cada acto de maltrato. Tardé año y medio, más o menos.
2º curso: Me fui con una beca a una universidad americana, donde cursé dos asignaturas, una porque necesitaba completar créditos y otra porque quería cogerme algo que tuviera que ver con psicología, que necesitaba para la tesis. La asignatura fue absolutamente inútil para la tesis, pero aprendí muchísimo, así que me alegro de haberla cogido. Escogí tema para la «tesina» (algo así como una tesis de Máster que hay que hacer antes de la tesis de verdad), comparando a dos parejas en las que hay violenta sacadas de una novela de juventud y otra de madurez. Y aproveché que estaba en una universidad fabulosa para leer, leer y leer todos los libros que remotamente tuvieran algo que ver con mi tema de investigación. Cada vez que encontraba un dato útil, lo copiaba. Empecé algunos borradores de lo que luego han sido capítulos de la tesis.
3º curso: Cursar los últimos créditos que me faltaban en clases, pedir y no conseguir becas (¿recuerdas ese año Erasmus? la bajada de las notas supuso que no pudiera conseguir becas de investigación, tuve mucha suerte con la beca americana), buscar trabajo, y escribir la tesina. En esto último tardé un poco más de un curso, cosa de cuatro o cinco trimestres. Sobre el trabajo, malviví dando clases particulares.
4º curso: la primera mitad, terminando la tesina. Fue una suerte tener tanta información recopilada en Estados Unidos porque la biblioteca de mi universidad se quedaba corta para mis necesidades. Con la tesina acabada, en teoría debía continuar con la tesis, pero estaba cansada y desanimada, porque en este tiempo habían cambiado bastantes cosas. La principal, que era muy obvio que los cambios en la Universidad y mis circunstancias personales hacían imposible la ruta profesional que era la principal razón por la que empecé todo esto. En realidad estaba claro desde bastante antes: profesionalmente, no necesitaba una tesis. Al contrario, era un obstáculo que me tenía apartada del mercado laboral.
Y aquí vino un parón absoluto de tres años. Uno para preparar las oposiciones, otro para empezar en el trabajo, y otro porque después de dos años de parón, estaba muy desentrenada. Allá que se fueron el quinto, sexto y séptimo año. El siguiente hice algo, el siguiente casi nada. Y llevo dos años intentando terminar. Trabajar en otra cosa y hacer una tesis a la vez es agotador y desmotiva. Alarga la jornada laboral hasta el infinito. ¿por qué sigo? Porque me da pena dejarla sin terminar, porque sé lo que quiero decir y sólo tengo que escribirlo, y porque sé que si fuera un libro escrito por otra, me encantaría leerlo. Supongo que si volviera a 200X haría las cosas de otra manera, pero aquí, la única salida es terminar.
De aquí te puedo dar un par de consejos. No sé si hace diez años los habría seguido, pero allá van. Los tienes en esta entrada.
Oiga, ¿y los zombies? Yo he venido aquí por los zombies. 😛
En algún punto del post debería haber dicho que el mote de «tesis zombie» viene de que ha «resucitado» tantas veces que no tiene ni gracia.
Vamos, que no hay zombies. Mecachis. XD
Me encanta tu blog, de echo alguna que otra vez me ha servido de inspiración para mi tesis. Y cada vez me queda más claro, que mi tesis, no servirá para nada. «Una tesis de Humanidades o de ciencias sociales no sirve para nada en el mercado laboral, por lo menos en el español.» Y menos si trata de aborto.
Gracias por comentar, Cristina. ¿cuál es exactamente el tema de tu tesis?
Mi tesis trata el aborto desde el cine y la prensa. Llevo muy poco, tan solo un año, pero bueno, poco a poco. Es un tema que considero esencial estudiarlo desde la objetividad, y en ello estoy.
Pues muchísimo ánimo. Es un tema muy importante.
Dices muchas verdades en tu post, Eugenia. La investigación en España está hecha una mierda, y la etapa predoctoral no es excepción. Sin embargo, no estoy de acuerdo en que una tesis en ciencias sociales o humanidades no sirva para nada en el mercado laboral español. Como todo, sirve en los círculos apropiados. Si tu profesión es la investigación, entonces no es que sirva: es que es imprescindible. Ahora bien, si vas a dedicarte a otra cosa, entonces es posible que sirva poco o incluso nada. Pero eso es así con cualquier cosa. Dicho esto, las tesis en España sirven por ejemplo para dar clases de secundaria (al menos en algunas Comunidades Autónomas dan puntos) o para trabajar en una empresa (yo tuve un contrato con un salario y condiciones mejores por ser doctor).
Apertas desde Santiago. 😉