Has leído poesía romántica y novelas de detectives. Has leído cuentos infantiles y hasta filosofía. Deja que entre en tu vida un nuevo género literario: el libro de salas de espera. Es un género exigente, pero quién sabe si de aquí saldrá tu nuevo libro favorito.
Necesitas un libro, eso por descontado. El móvil se queda sin batería y sin cobertura; el periódico abulta demasiado; tus acompañantes y tú, por muchas cosas que tengáis que contaros, caeréis en el embrujo espeso del local y quedaréis mudos y desganados. Puede que mañana retoméis la comunicación, pero en la sala, olvídalo. Los auriculares te desconectan de que te avisen de tu turno. La conversación con desconocidos no te la recomiendo, tiende a derivar a criticar al personal, a la salud, o a la política. Acabarás de peor humor del que entraste. Lleva un libro.
El libro de esperas debe ser pequeño, para que no te pese en el bolso, pero largo, para que no te dé tiempo a terminarlo horas antes de que te llamen. No hay nada peor que estar en la sala de espera, cerrar el libro, y no tener absolutamente nada que hacer hasta que te llamen. Eso significa que descartamos la poesía, el teatro, las ediciones ilustradas y las tapas duras. Texto largo (ensayo, biografía, narrativa) y en bolsillo.
Los libros episódicos, fraccionarios, son ideales; así los puedes coger y soltar en función de las interrupciones. Las novelas muy largas pero sin demasiados personajes y subtramas también sirven el mismo propósito. A algunas personas nos gustan los libros con poca acción, pero puede que eso te aburra.
Escoge cuidadosamente el contenido. No leas nada que sepas que termina mal, ni nada en lo que la enfermedad sea parte central del argumento. Por lo que más quieras, no leas autoayuda, y mucho menos, autoayuda relacionada con tu razón para estar en una sala de espera. Puede que leas que todo te va a salir bien a ti, escogido de los dioses, amado del Universo, pensador positivo, predestinado gozoso, justo antes de que te digan que no, que tu mundo se ha hundido irremediablemente. Habrías estado mejor leyendo una novela, créeme. O incluso un texto religioso, que por lo menos no suele decirte que todo se va a arreglar en este mundo y a corto plazo.
Si tienes que trabajar en vez de leer por placer, escoge aquello que te permita cargar con menos materiales diferentes. Sólo leer mejor que leer y tomar notas.
Lecturas optimistas sí, ligeras sí. Ni ligero ni optimista son sinónimos de bobo.
Nadie quiere estar en una sala de espera, pero la sala llega, siempre llega. Que no te pille sin haberte preparado.
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En los últimos 10 meses he leído en salas de espera:
Furari, Jiro Taniguchi.
Americanah, Chimamanda Ngozi Adichie.
Remarkable Creatures, Tracy Chevalier.
Life of Pi, Yann Martel.
Parte de la trilogía de las matronas de Jennifer Worth.
Partes de siete novelas de Mundodisco.
Tengo que escoger el próximo.
 
 
 
 

4 comentarios sobre “Libros de espera.

  1. Para estas cosas se me ha hecho imprescindible el libro electrónico. No tengo que buscar lecturas de sala de espera sino continuar con las que estoy.
    Y como creo que es la primera vez que comento por aquí aunque te lea hace un tiempo (igual me equivoco en lo primero, que mi memoria no está), ¡saludos y salud!

    1. ¡Hola! Los consejos sobre forma no valen para libros electrónicos, pero los de fondo sí. Lecturas «ligeras». Y no es la primera vez que comentas; encantada de verte de nuevo por aquí.

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