Internet está lleno, y con razón, de blogs de padres (madres) y de docentes en contra de los deberes. Que son injustos  porque unos niños tienen ayuda en casa y otros no, que son excesivos, y que no mejoran el rendimiento. Todo esto es verdad a menudo. Ahora bien, a partir de un momento en la educación de una persona, que no siempre es la misma edad ni el mismo nivel para todos, concentrarte en lo que se hace en clase no resulta suficiente, y hay que trabajar en casa. Pueden ser deberes mecánicos, tareas más creativas o estudiar teoría.
Como ese momento llega alguna vez, aquí van unas pautas sobre cómo organizarnos como docentes. Un factor importantísimo es la coordinación en el departamento, ya que hay una tendencia fuerte a que los profesores que den la misma materia evalúen igual (por ejemplo, que los exámenes sean el 80% de la nota final), que trabajen al mismo ritmo para poder cumplir la programación, etc. Si está recogido que los deberes son evaluables, tienes que mandarlos. Para eso están las reuniones de departamento y el enendimiento entre compañeros. Si eres anti-deberes, siempre tienes margen para mandar pocos.
Lo más importante: los deberes tienen que servir para algo por sí mismos. «Crear hábito de estudio» no es una razón, te pongas como te pongas, de ninguna de las maneras. Es como ir al gimnasio a ver a la gente trabajar para crear hábito de ir al gimnasio. Los niños no van al colegio a crear rutinas ni a ser adiestrados: van a aprender. Esto significa que la razón por la que se suelen poner deberes en Primaria no es válida. No pongas deberes «para crear hábito». Nunca. Es inútil, y encargar tareas inútiles es cruel.
Ante esto te puede surgir una duda: ¿y si les cuesta mucho esfuerzo el salto a un nivel educativo en el que sean imprescindibles los deberes, o estudiar a diario? ¿y si en ese desajuste fracasan? Pues verás: a casi todos los estudiantes les llega un momento en el que la cantidad de trabajo del curso anterior no basta. Los estudiantes bastante dotados, esos que aprueban sin ningún esfuerzo, un día se estrellan y suspenden unas cuantas, o bajan del notable al aprobado raspadito. Entonces se espabilan y se ponen a hacer deberes y a estudiar por las tardes, o si están en una etapa postobligatoria cambian de estudios, porque el fracaso escolar no depende de la capacidad de hacer deberes, y donde sí depende, es que el sistema es absurdo: ¿cómo puedes querer que los estudiantes de Primaria y Secundaria trabajen más en su casa que en tu clase?
Otro problema: cuántos deberes. La jornada escolar es muy larga, y el tiempo libre excluido comer y descansar que tienen los niños y jóvenes es de 5 a 9. Los deberes no deberían ocupar más de un par de horas diarias en la ESO, como límite. Tienes 6 horas diarias de clase de unas 10 materias, y si todas mandan 15 min de deberes diarios juntas 90 minutos sin descansos. Es decir: hay que poner poco. No siempre podemos coordinarnos con el resto del equipo educativo para mandar una cantidad equilibrada de tareas, pero podemos tomar dos medidas muy sencillas. Una: preguntar a los alumnos. Pasas por lo menos dos horas semanales con ellos, puedes dedicar un cuarto de hora a preguntar qué profesores  mandan más deberes y qué días de la semana dejan la agenda temblando. Entonces, actúa en consecuencia. Dos: manda en clase tareas similares a las que van a ser los deberes, y mide el tiempo que se tarda en completarlas. No mandes más de lo que los alumnos pueden hacer en casa en, digamos, una hora semanal, como mucho dos para las asignaturas de 4-5 horas semanales. Si tus alumnos tardan diez minutos en sacar el cuaderno, entender tus instrucciones, hacer UN ejercicio y compararlo con el del compañero mientras cotillean, puedes mandar de seis a diez ejercicios a la semana como máximo. Sé realista: en casa están cansados y tienen muchas distracciones. No tienen por qué trabajar más y mejor que en clase; al contrario.
Sobre la organización, ¿qué pasaría si hoy mismo tuvieras que hacer un recado inesperado de una o dos horas? ¿podrías hacer todas las demás cosas que sueles hacer? ¿a que no? Pues los deberes igual. Igual mañana hay un examen de otra materia, o esta tarde tienen fútbol o dentista o ganas de dormir siesta. No mandes tarea de un día para el siguiente. Te recomiendo escoger uno o dos días semanales y que sean «los días de los deberes». Ahora yo pongo en 4 de mis 5 clases «el lunes para el jueves, y el jueves para el lunes». Repito esa frase en clase TODOS los días. Así se genera una rutina de trabajo (OJO: creo rutinas que faciliten el trabajo, no mando trabajo para crear rutinas) y es menos probable que se nos olvide, a mí también, qué toca. El quinto grupo no tiene inglés el jueves así que ellos van de lunes a miércoles y viceversa.
Por último, qué poner como deberes. Los deberes se usan a menudo para lo que no da tiempo en el aula. Explicamos la teoría, y a continuación ponemos ejercicios, y si no se terminan a tiempo, los mandamos para casa. Esto es un problema grave si los alumnos no tienen la oportunidad de preguntar todas y cada una de sus dudas en clase antes de hacer deberes en casa. Los factores son muchos: falta de tiempo, una metodología que no da un turno de preguntas, timidez, cansancio. El resultado es que tendrás quien no hace los deberes o simplemente los copia de un amigo porque no sabe hacer la tarea, y no sabe hacerla porque no ha podido entender las instrucciones. En dos palabras: los deberes tienen que ser fáciles y tienen que hacerse sobre contenidos que han quedado claros en clase. Una posible solución a este problema es un método que se llama «la clase al revés», que en su definición más simple es que en casa, los estudiantes se familiarizan con la teoría (lectura, vídeo, presentación de diapositivas, lo que el profesor considere) y en clase se trabajan actividades más dinámicas. Tienes un inconveniente de los deberes (invades el tiempo personal del estudiante) pero pierdes otros, como el trabajo en solitario sin ayuda.
Por último, en ESO y Bachillerato evaluamos hacer los deberes, no que estén bien o mal, a menos que pongamos una tarea más o menos larga y creativa. ¿Por qué? porque hacer tareas es más efectivo como método de aprendizaje que estudiar teoría, y queremos convencer a la clase de que trabajar un ratito por las tardes va a ser productivo y útil. La segunda vez que un alumno reciba una nota negativa por hacer los deberes mal no va a volver a hacerlos. ¿Para qué, si ha perdido tiempo y además una nota? Distinto es mandar con mucho tiempo e instrucciones una tarea creativa puntuable, como por ejemplo una redacción en idiomas.
Y ¿cuánto deben puntuar los deberes? Depende de cuánto quieras que puntúe todo lo demás. Lo habitual es hacer medias ponderadas: por ejemplo, 50% el examen, 10% la «actitud», 20% un proyecto o tarea práctica y 20% los deberes. Yo no soy partidaria de que ninguna de las partes, especialmente los deberes, sea clave. Si un alumno no hace NUNCA los deberes y es capaz de aprobar los exámenes, le ponemos cero en ese aspecto y calculamos la media. Esto perjudica de verdad a dos tipos de alumno. Primero, a los  que sacan muy buenas notas en los exámenes y que verdaderamente no necesitan hacer deberes para aprender a ese nivel. Podemos dejarles con el 6 o 7 de media que se les va a quedar y que se fastidien, o hacerles una adaptación para que puedan avanzar, dándoles deberes más difíciles o más creativos. Y en segundo lugar, a los que no pueden hacer deberes, ni bien ni mal, porque tienen algún problema personal (familiar, de salud) y en los exámenes se quedan muy raspaditos, cerca del aprobado. Estos ya quedan al criterio de cada profesor, porque cada caso es diferente.
En resumen, lo importante es la empatía. No intentes recordar cómo eras tú a su edad: piensa cómo te sientes ahora respecto a hacer horas extras, a pasarte las tardes corrigiendo en casa, y dales lo que te gustaría tener.

5 comentarios sobre “Deberes, cómo sí y cómo no.

  1. Acabo de llegar a tu blog desde otro (Lorzagirl) y me he paseado un buen rato por muchas de tus entradas. Y me ha encantado.
    Así que tienes un seguidor más…

  2. Quiero viajar al pasado y darle en el hocico a mis profesores pro habito de estudio con esto. O hacer que lo lean todos los agentes educativos a ver si les da por pensar un poco, lo que sea más fácil.
    <3

  3. Voy a ir a darle amablemente esto a mi profesor en la universidad (sí, ese nivel) y a decirle que tengo otras cuatro materias, que todas dejan una tonelada de tarea (deberes por aquí) y que si ya me va a dejar tanta, que de mínimo no deje tarea inútil.
    Muchas felicidades por tu entrada. Rercordando mi trayectoria escolar, quiened más necesitan una espabilada son los profesores en primaria y secundaria. Sólo unas cuantas excepciones tienen ese problema en niveles más arriba.

Responder a Manuel Cirujano Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *