Como profesora, y además en la educación pública, creo que las clases particulares son un síntoma de fracaso del sistema. El alumnado debería contar con ayuda suficiente de los profesores para comprender lo que se imparte, y con suficiente apoyo familiar para repasar o hacer deberes en casa. Y si resulta que se necesita más, me gustaría que fuera público, no en un sistema tan explotador y al mismo tiempo tan caro como las clases particulares. A continuación, una guía para los usuarios, tanto las familias que las pagan como los estudiantes que las reciben.
Primero está diagnosticar el problema. Llega a casa un suspenso, y ¿qué hacemos? Recomiendo a la familia empezar por coger el cuaderno de clase y ver qué hay. ¿Su hijo toma nota de las explicaciones teóricas? ¿Los ejercicios están hechos, empezados sin terminar, ni siquiera eso? ¿Hay faltas de ortografía? ¿Hay desorden? ¿suciedad? Así podemos saber mucho sobre si el estudiante presta atención en clase (lo tiene casi todo), presta atención pero luego no le salen los ejercicios, pasa de la clase… Y por ahí hay que empezar: por trabajar de 8 a 3. Lo siguiente puede ser pedir cita al tutor del alumno o al profesor de la asignatura suspendida para ver qué fallos hay: falta de trabajo, trabajo desordenado, en clase va bien pero para este examen en concreto no ha estudiado, «falta de base» o problemas de comprensión. También puede ser que se dé la mala suerte de que el profesor tenga un método que no vaya con el alumno. O el caso que me parece más justificado: que su inmadurez le dificulte trabajar solo.
Cuando comprobemos que lo que ocurre no se arregla con más trabajo independiente del estudiante, empieza a tener sentido que alguien ayude un poco con los deberes y las cosas que por las mañanas no se han comprendido. Y aquí un par de cosas a los padres:

  1. Se fijan unas condiciones y se respetan. Si son 10 euros la hora por dos horas los martes, eso es sagrado. Si hay que llevar al niño al dentista, se lo lleva otro día. Si el niño tiene examen de matemáticas el miércoles y quiere cancelar su clase de historia, no puede. No le dejamos. Esto es por crear una rutina pero sobre todo por respetar a un profesional que si no da la clase, no cobra, y que seguramente no puede mover la hora de día porque tiene más alumnos.
  2. No se regatean ni el dinero ni las horas, y el tiempo debe ser el suficiente para que el chaval progrese. He conocido muchas familias a las que les parecía bien tres horas en principio y que las reducían a una cuando veían que económicamente no les interesaba. Una sola hora a la semana te sirve para pensar que estás haciendo algo, pero si partimos de que el estudiante no sabe o no quiere trabajar solo, se puede convertir en el único tiempo que dedique a esa materia y ser peor el remedio que la enfermedad.
  3. Si la razón de las clases particulares es que la criatura no estudia porque no quiere y hace falta obligarlo, parte del desembolso económico debería ser suyo. Se le quita de la paga, de la asignación de su móvil o de las cosas agradables que se le compren. Debe comprender que esos euros al mes son un sacrificio para el resto de la familia.
  4. Al profesor del instituto no se le echa en cara «pues ha estado con clases particulares», porque las clases particulares no son magia. Pídele que te enseñe los exámenes o trabajos de los que sale la nota. Intenta comprender qué ha fallado exactamente en clase o en septiembre. Y sobre todo, que los comprenda la persona que ha hecho los exámenes, que es quien tenía que preparárselos.

Y ahora, unos consejos a los beneficiarios de las clases, y perdonad si me repito un poco.

  1. Las clases particulares son sagradas. Si te han dicho que necesitas dos horas de matemáticas, es lo que hay, y son los días que te han dicho. No hagas que te las quiten un día para estudiar otra cosa, o por salir o lo que sea. Si tienes un contratiempo como por ejemplo ir al médico, avisa con tanta antelación como puedas.
  2. Déjalo todo preparado para la clase a su hora. La mesa ordenada, tu material de trabajo, todo eso.
  3. Presta atención en el instituto. No cojas una actitud de «total luego por la tarde me lo van a volver a explicar». Tu objetivo es dejar de necesitar clases particulares, y dejándolo todo para más tarde no lo conseguirás. Y no es justo que tus padres paguen las clases particulares de su bolsillo si el único problema que hay es que no quieres trabajar por las mañanas, con tu profesor y tus compañeros.
  4. Lo ideal es que hagas los deberes tú solo o que le des un repaso a la materia suficiente para ver todas las lagunas que no entiendas. Así la tarea del profesor particular será corregirte en vez de explicar todo por segunda vez.
  5. Haz un esfuerzo por llevar el cuaderno de clase y la agenda al día para que el profesor particular sepa bien por dónde vas. Toma pequeñas notas o subrayados en el instituto de qué cosas no entendiste o fueron más difíciles. No es lo mismo «Vamos por el tema 4» que «hemos visto el tema 4 y era fácil, pero no entiendo cómo se hacen los ejercicios 2 y 3 de la página 30 y además me han dado esta fotocopia».
  6. No le pidas al profesor particular que te haga la tarea, especialmente las tareas creativas como redacciones y trabajos. Es trampa, les puede parecer insultante, no aprendes, y los profesores del instituto nos damos cuenta. Ahórranos el disgusto y ahórrate tú el cero.
  7. Las clases particulares deben ser, resumiendo, un extra a tu estudio independiente, no una sustitución. No confíes todo tu trabajo de la semana a ese par de horitas.
  8. Puede que tu problema no sea de trabajar poco, sino de organización o de técnicas. Ahora mismo hay cuatro personas expertas en ayudarte: Orientación, tutoría, el profesor de la materia en la que tienes lagunas, y el profesor particular. No busques atajos facilones: pídeles ayuda para organizar un horario de estudio por las tardes y asegúrate de tener una técnica de estudio que funciona.

Y si todo va bien y con esa pequeña ayuda el estudiante mejora, recomendad al profesor a los amigos. Se agradece mucho.
 

 

 

7 comentarios sobre “Guía de buen uso de las clases particulares.

  1. Siendo profesora y diciendo que las particulares son un fracaso del sistema, me pregunto: ¿por qué no hacen los profesores de instituto esa revisión de libretas y diagnóstico de lo que pasa? Los padres pueden y deben ayudar pero la explicación de por qué suspende es lógico que la haga quien imparte clase y evalúa. Y no me vale el «son muchos». La solución no puede ser «otro profesor», sino pautas para hacer en casa y que también se harán en el colegio

    1. Esa evaluación ya se hace. Depende del centro escolar, no puedo hablar por todos, pero en mi centro se hacen reuniones del equipo educativo, se tienen frecuentes entrevistas con las familias a petición de ellos o nuestra, y se revisan los cuadernos del alumnado y su trabajo diario. Me refiero a que cuando a la familia le llega un suspenso, además de preguntar al profesor, ver por sí mismos el trabajo del alumno puede ayudar mucho, teniendo en cuenta de que es a quien corresponde la decisión de poner o no clases particulares. Además, me estaba refiriendo al momento en el que llegan las notas a casa. Decirle a un hijo «enséñame el cuaderno de sociales» es más rápido, como medida inmediata, que concertar una cita con el tutor.
      Esas reuniones son con el tutor y no con el profesor que pone el suspenso por una cuestión de eficacia, aunque los profesores no tutores también podemos ver a las familias si es necesario. Soy la tutora de 30 alumnos y la profesora de 135; suspendo poco, pero hablar personalmente con cada familia no es viable. Escribí sobre cómo funciona el tema de la comunicación tutor -> familia aquí. http://eugeniaandino.es/2015/11/05/las-tutorias-con-las-familias-en-educacion/
      Por otra parte, me ocurre con mucha frecuencia que mis alumnos ya vayan a clases particulares desde antes de que yo los conozca. Los padres han tomado esa decisión por su cuenta, dando por hecho que sus hijos no son capaces de estudiar sin supervisión.

  2. El artículo rezuma una odio y animadversión hacia los profesionales que honradamente se ganan el sueldo y encima establece argumentos de pura fantasía:
    – Si una familia decide llevar a su hijo a clases particulares es porque no pueden ayudarle en casa y el crío en el colegio no le es suficiente la explicación que le da el funcionario. Las cosas no se hacen por placer o vagancia.
    – El fracaso del sistema empieza por la misma concepción del mismo: si yo, para poder ganarme la vida, tengo que obtener los mejores resultados posibles con mis alumnos, (lo cual implica un trabajo y una implicación de verdad, de la de estar ahí a las duras y a las maduras) ¿Por qué el funcionario no se molesta de la misma forma? Pues porque aprueben o suspendan el sueldo cae puntualmente. Un profesor particular tiene una presión excepcional en ese sentido y se lo tiene que currar si quiere conservar la clientera.
    – El problema del funcionario es que ve como intrusismo laboral/competencia desleal el hecho de que otro profesional se dedique a terminar el trabajo que ha dejado por hacer el funcionario. Cuando un chaval le cuesta y desde el centro no dan soluciones viables, los padres buscan el apoyo de aquel profesional dispuesto a arreglar «el juguete roto» del sistema.
    – Otro grave problema es la desmemoria de muchos funcionarios: resulta que muchos de ellos, antes de dedicarse a la función pública, daban clases particulares o las recibían para sacarse la sacrosanta oposición. Esto es cinismo y una falta total de empatía hacia profesionales que, más que poner en tela de juicio la labor del funcionario, lo que buscan es dar con la estrategia adecuada para que el niño logre aprender y luego aprobar.
    Y termino: ¿Qué hacemos con todos esos titulados en carreras de educación que se quedan fuera del sistema público? Voy más allá, ¿Qué hace el pobre interino con un sueldo a media jornada miserable en Madrid? Pues dar clases particulares para poder sobrevivir.
    El profesional que logra tener muchos alumnos, no es porque se dedique a robar material del funcionario, es porque se lo curra y consigue que éstos aprendan y, por ende, aprueben la materia. Lo demás es escupir al cielo esperando que el gapo te nuble la vista.

    1. Mary, mis consejos empiezan porque las condiciones de trabajo que se fijan para el profesor particular deben respetarse. Equis horas a tanto dinero. Si eso no es respetar, pues no sé.
      No doy ni una sola indicación sobre qué debe hacer el profesor particular. Creo que has leído otro artículo de otro blog.

    2. Aquí una pobre interina que está a media jornada para poder sacarse las oposiciones y que hasta el año pasado daba clases particulares el resto de la jornada (y este año me he quedado solo con cuatro alumnos de particulares a los que no podía abandonar porque llevo con ellos toda la vida y tienen dificultades de aprendizaje).
      Yo creo que el texto está hecho con todo el respeto hacia la gente no sólo en mi situación sino en la situación en la que estaba hace tres años cuando sólo daba clases porque aún no era interina. Cuando se habla del fallo del sistema que provoca que el alumnado necesite clases particulares o directamente abandone se están criticando cosas como la ratio o la carga lectiva del profesorado. Yo he llegado a dar particulares durante 7h al día (no seguidas, obviamente) y, aún siendo individuales o casi, es una carga horaria exagerada porque a última hora no te da la cabeza ya. Hay CCAA donde los profesores pueden tener 6 o 7 clases al día con varios grupos distintos de más de 30 alumnos. Eso es un fallo del sistema: las horas, y la ratio. Por mucho que el profesor esté pendiente de que el alumno lo lleve todo, es un número de estudiantes abrumador. Yo en individual puedo ver perfectamente si el alumno tiene alguna dificultad, adaptarme al momento, explicárselo de tres maneras distintas hasta que lo entienda y avanzar rápido en lo que ya sabe. Por eso tengo casi un 100% de aprobados (y eso que no les pongo yo la nota), cifra que seguro que cuando sea funcionaria no voy a poder alcanzar con los que no atiendan en clase y trabajen un mínimo en casa. En una clase normal, mientras estás haciendo lo que he explicado anteriormente, hay otras 30 personas distraídas porque no les interesa (o eso creen, porque seguro que más de uno que está en la parra tiene las mismas dudas de su compañero). En conclusión, menos culpar a ninguno de los profesores y más culpar al sistema, porque en clases de 15 y con un profesor que tenga menos horas (en el centro, porque en casa se sigue trabajando) es mucho más difícil que alguien necesite particulares a no ser que tenga algún tipo de dificultad, inmadurez o no quiera trabajar de ninguna manera.

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