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Mujeres víctimas de violencia de género en Europa.
Hace unos veinte años, coincidiendo con el caso de Ana Orantes, que la violencia de género está presente en España en los medios de comunicación, el discurso político y el sistema educativo. No todo el mundo le da la misma importancia, pero por fin se reconoce que existe y que es un problema grave. Por eso puede resultar algo sorprendente saber que en España hay menos denuncias y menos feminicidios que en otros países de Europa. Establecer el grado de violencia familiar en una sociedad es muy difícil por todo lo que no se denuncia, así que podemos tener varias hipótesis. De momento no estoy defendiendo ninguna de ellas, solo las expongo.
1. La violencia de género es un fenómeno que busca el poder y el control. En sociedades con mujeres más igualadas a los hombres, la inseguridad de los hombres que tengan tendencias violentas, psicopáticas, etc. los llevará a agredir a sus parejas. La sociedad española es en algunos aspectos bastante igualitaria y en otros muy poca. No es un aspecto en el que nuestro país destaque.
2. Las mujeres españolas sufren una desigualdad económica muy alta, y a menudo dependen económicamente de su agresor, por lo que les resulta más difícil denunciar. Además la posibilidad de que la mujer salga de la relación es uno de los factores que según la OMS puede aumentar el riesgo de feminicidio.
3. Hay más feminicidio en los países donde el acceso a armas de fuego es muy fácil, en los países con mucha violencia interpersonal independientemente de la causa, y donde la criminalidad en general es alta. Ninguno de los tres factores se da en España. Somos un país de gente excepcionalmente pacífica.
4. El alcohol y el uso de drogas también son un catalizador (ojo: no son una causa, sino un factor para el empeoramiento). En España el consumo de drogas es bastante alto pero el alcoholismo es más bajo que en el Este y Norte de Europa.
5. La falta de servicios sociales es un factor que disuade a las mujeres de denunciar o de salir de una relación violenta. Ejemplo: te animas a denunciar porque puedes dejar a los niños en la guardería. O vas a Urgencias en un país en el que el médico puede denunciar por ti.
6. La presencia de hijos de relaciones anteriores de la mujer. Es decir: un hombre con tendencias violentas será más violento hasta llegar al feminicidio si su actual pareja trae hijos de una relación anterior. En España, factores como los noviazgos largos y la natalidad tardía hacen que esto sea menos frecuente.
En resumen, no podemos saber con los medios de los que disponemos si somos un país «moderadamente violento» en lugar de muy violento, o si somos un país en el que hay tanta violencia como en otros que quedan peor sobre el papel, solo que aquí no se denuncia.
Dicho esto, para situarnos, ¿qué podemos hacer para reducir el nivel de violencia? La verdad es que los expertos a nivel internacional todavía no lo tienen muy claro. En estudios a nivel mundial, se observan una serie de factores relacionados con la violencia en una sociedad en su conjunto, y que está vinculados también a la violencia contra la mujer. Es decir: una sociedad muy violenta en general también produce más violencia de los hombres contra sus parejas. Reducir niveles globales de criminalidad, violencia interpersonal, alcoholismo, drogadicción, desigualdad económica y discriminación de la mujer baja los niveles de violencia de género hasta un suelo, pero no más. Un ejemplo lo da Japón: tiene tasas bajísimas de todo lo malo, y niveles de violencia contra la mujer que no descienden. Así que, ¿qué soluciones hay? Tenemos que distinguir la protección para que la violencia no llegue a producirse por un lado, y la capacidad de las mujeres de salir de una situación violenta por otro.
Para lo primero, casi toda la responsabilidad está en la educación de los niños varones, y en la conducta de los hombres adultos. ¿Cómo me protejo de empezar una relación con un hombre violento? Está claro que no es posible.  No puedo aislarme de los hombres, especialmente si soy una mujer que desea tener relaciones románticas con ellos, y los que tienen un potencial agresor no llevan un cartel. Además están los casos en los que él ataca precisamente porque ella no quiere epezar la relación: un par de ejemplos. Desgraciadamente, «educación contra la violencia de género» suele querer decir «educación en el entorno escolar para que las adolescentes aprendan a salir de relaciones que ya se han vuelto violentas». En este sentido, se deben dan a conocer las señales tempranas de maltrato, salir por pies antes de que la cosa vaya a más, y ahí quedó. La realidad es que por más que se diga que «esto se arregla con educación», tenemos varios problemas.

  1. Esa educación tiene que ser de los varones, por las razones expuestas. Las mujeres y las chicas jóvenes no pueden protegerse de todos los hombres ni tampoco identificar rápidamente a los agresores antes de que sea tarde. No es malo educar a las chicas, pero es muy insuficiente.
  2. Esa educación tiene que ser necesariamente en el entorno familiar. La educación escolar al respecto llega muy tarde, y es poca.
  3. Nadie tiene del todo claro qué ocurre en la educación de los hombres maltratadores para que hayan llegado a ser así. Hay muchas teorías distintas.

Sí, ya sé que es difícil.
Sigamos. Una vez que la violencia es inevitable y frecuente (en España, parece que menos frecuente que en otros sitios), ¿qué hacemos para que sea fácil y seguro salir de ella? Partamos de estudios internacionales unidos a las particularidades de este país.

  1. Red de apoyo. La víctima necesita tener a quien recurrir. Familia, amigos, servicios sociales, en ese orden. Primero emocional y luego estratégico, económico…
  2. Un sistema sanitario preparado para prevenir y detectar, trabajando en conjunción con servicios sociales. Servicio de salud mental en condiciones.
  3. Una policía muy bien preparada y en la que las víctimas puedan confiar.
  4. Un sistema judicial eficaz.
  5. Un mercado laboral igualitario y que funcione. Para ambos: el desempleo del hombre es factor de riesgo para el feminicidio, y la desigualdad social de las mujeres contribuye a que haya más violencia en total. Una mujer independiente económicamente podrá también salir antes de una relación.
  6. El alcoholismo y el consumo de drogas del agresor son factores de riesgo, no para que haya más casos de violencia sino para agravar los ya existentes, por lo que es necesaria una buena política social de prevención de ambas cosas.
  7. Fácil acceso a la anticoncepción para la mujer. No tener hijos facilita salir de la relación. También hay agresores que utilizan la concepción o los hijos para aislar, privar de libertad o maltratar a la mujer.
  8. Una sociedad en la que creamos a las mujeres y eliminemos los tópicos sobre qué tipo de hombre puede ser un agresor. Es imprescindible que cuando hablamos de «educación», sobre todo a nivel escolar, dejemos clarísimo a las chicas que no hay ninguna relación entre ser un agresor y el estereotipo de los «malotes». Hay agresores de todas las personalidades (en apariencia) y de todas las clases sociales.

Todo esto está entre lo utópico y las declaraciones vagas de buenas intenciones, pero son un mínimo para reducir tanto la cantidad de muertes como la violencia en su conjunto. NI los manifiestos, ni los actitos oficiales, ni las campañas escolares de un día al año nos sacarán de ésta.

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