Los que ya lo hemos intentado, con más o menos éxito, se lo hemos dicho mil veces a los que quieren probar su suerte. Primero, que no empieces una tesis doctoral. Segundo, que no intentes ser profesor universitario. Leed el post que os enlazo, es buenísimo sobre la situación española. Ahora me voy a dirigir a la gente que está terminando una carrera y no tiene muy claro qué quiere hacer el curso que viene.
Terminé la carrera en pleno boom económico, y las cosas han cambiado bastante, pero conocí entonces y también después a bastante gente que quería empezar una tesis sólo porque no sabía qué hacer con su vida, o porque les gustaba mucho estudiar. Esto luego me ha recordado a los alumnos que después de la ESO empiezan Bachillerato por inercia, porque no tienen claro qué quieren estudiar ahora, o porque no se ven cogiéndose una FP o empezando a trabajar a sus tiernas edades, independientemente de las salidas profesionales. El estudiante de último curso de universidad que se plantea el doctorado, desgraciadamente, a veces tiene los mismos conocimientos sobre el mundo laboral que ese adolescente que empieza Bachillerato por hacer algo.
En fin, la cosa es que nuestro casi-graduado quiere seguir estudiando. Lo hace bien, le encanta y se lo puede permitir. Estas son sus opciones: un máster, una formación profesional de grado superior, la tesis, y otro grado.
Ventaja de los másters: tienes un título en uno o dos años, pueden ser útiles para buscar trabajo dependiendo de qué máster hagas, y vas a tenr que hacer una tesis de máster, que te permitirá saber si escribir textos de investigación largos es lo tuyo, o no. Inconvenientes de un máster: son específicos y muy caros. Así que hacer uno depende, sobre todo, de qué temas te interesan.
La formación profesional te la puedes tomar como una especialización. Por ejemplo, no me escandalizaría que un biólogo hiciera Industria Alimentaria: en año y medio estás haiendo prácticas en un control de calidad. O que alguien que haya terminado cualquier carrera de Humanidades con intención de ser docente haga Integración Social para ver qué tal lleva el contacto directo con (por ejemplo) alumnado en riesgo de exclusión social. Es una formación tan específica como un máster, incluye formación laboral, y es lo más barato que puedes hacer. El inconveniente es que por mucho que eches pestes de Bolonia, la asistencia obligatoria y todas esas cosas que ocurren ahora en la universidad, sigues teniendo más libertad que a los quince años y seguro que te cuesta readaptarte a la disciplina cuasi-escolar del instituto. Un horario muy estricto de entrada y salida, control de asistencia, tener que cumplir normas pensadas para niños de doce años… No hay adulto que lo aguante.
Ahora, qué pasa con la tesis. Pero primero, hablemos de McDonalds. La guarnición estrella del McDonald’s son las patatas fritas, que se sirven en tres tamaños. El más grande equivale a casi, casi, dos pequeñas: son 70, 100, y 150 gramos. Qué tontería, ¿no? ¿por qué lo hacen así? Pues hacen esto, en vez de tener dos tamaños o solo uno y te pides más, porque la gente es muy reacia a pedirse dos bolsas de papas. No quieren sentirse glotones o exagerados. No es por el dinero. Esto está explicado en el excelente libro Fast Food Nation de Eric Schlosser; por un determinado sesgo cognitivo cuyo nombre desconozco, estamos más dispuestos a ampliar algo que ya tenemos (en este caso la ración de patatas) que a repetirlo o cambiar. Algunos trabajadores de alto nivel de McDonalds lo estudiaron hasta el aburrimiento porque el fundador de la empresa se negaba a hacerles caso y servir raciones de varios tamaños.
Te preguntarás qué tiene que ver esto con tus estudios. Muy fácil: el estudiante un poco confuso e indeciso en su último año considera la tesis una pequeña extensión de su asignatura favorita de la carrera. Algo así como repetir el placer de cursarla unos pocos años seguidos. Y no, no funciona así. Vas a tener que aprender cosas que no sabes ni que existen. Vas a tener que llegar a un grado de profundización que ni te imaginas. Te va a costar mucho más caro. Vas a pasar mucho, muchísimo tiempo solo y muy poco en el aula. Y sobre todo: la inversión en tiempo va a ser como mínimo igual, pero probablemente mayor, que la de estudiar un segundo grado. Por otra parte, desde el punto de vista metodológico, lo único que has hecho que te ha preparado para la tesis es el trabajo de fin de carrera. Si no crees que es lo más fascinante, entretenido, y adecuado a tus capacidades que has hecho en toda la carrera, olvídate. No valen los «es que el tema no lo escogí yo» ni ninguna otra excusa similar.
Si lo que quieres es seguir aprendiendo cosas nuevas en un ambiente universitario, mi recomendación es que estudies otro grado. Es posible que te convaliden asignaturas ya cursadas y ese compromiso de cuatro años se reduzca mucho.
Suerte.
Un punto que me gustaría señalar es que no existe la opción de hacer la tesis después del grado (excepto en carreras de más de 240 ECTS: Medicina, creo que Veterinaria y no sé si alguna más). Actualmente para la mayoría de las carreras hay que hacer el máster para tener acceso al doctorado.
Por lo demás, el trabajo fin de grado sí que fue lo más divertido que hice en la carrera, de hecho pensaba abandonar la física según terminase la carrera hasta que llegué a ese punto, así que muchas gracias por el ¿refuerzo?
Un saludo
Hola Eugenia,
Precisamente este año termino un grado y uf, no creas que no le doy vueltas a mi futuro. Como comentas, sé prscticamente lo mismo de salidas laborales que al acabar el instituto. En mi caso es mucho más fácil porque mi grado es de acceso a una profesión regulada, y para conseguir las atribuciones y poder ejercer es imprescindible hacer un máster (actualmente).
Lo bueno es que los máster de ese tipo tienen reducción de precio (no estoy segura si incluso precios públicos) con respecto a los normales. Me consta que en Andalucía se paga bastante menos en la universidad pública, a mi hasta ahora el crédito de primera matrícula me costaba poco más de 20€, y en el máster algo menos de 30 (120 créditos).
Antes de leer el artículo que comentas barajaba la docencia universitaria, directamente o en el futuro, porque algunas profesiones son difíciles de compaginar con la vida personal, y el artículo me ha servido para quitármelo de la cabeza, así que gracias.
Es una pena que haya tanta desinformación sobre salidas laborales y acceso a puestos de trabajo concretos.
Un saludo!
Hola Eugenia,
Leyendo tu post me he sentido bastante identificada. Terminé mi primera carrera (periodismo) hace dos años y, como comentas, me sentía muy confusa con respecto a mi futuro, tanto laboral como profesional. Había hecho mis pequeños pinitos como trabajadora pero nada que pudiera considerarse estable o sobre lo que poder construir un futuro.
Por otro lado durante mis años de estudiante había aborrecido la carrera, me preguntaba si un máster -al resultar más específico- podía ayudarme a enamorarme de esta profesión que tantas pasiones despierta, pero ninguno de los que se ofertaban me atraía especialmente y el precio me parecía excesivo.
Tras darle muchas vueltas me planteé un máster de alguna disciplina separada del periodismo (me gusta especialmente la biología), pero al carecer de formación específica no terminé de atreverme.
Finalmente -vicisitudes- este curso me he matriculado del grado de filología hispánica. Lo estoy haciendo a distancia, mientras trabajo, una carrera con una carga lectiva enorme en comparación con la que ya había realizado; con menos tiempo para estudiar; menor apoyo de profesores y compañeros, etc. Aún con todo, creo que es la mejor decisión que pude haber tomado. Con esta carrera no hay día que no sienta que aprendo, que no me surjan preguntas que pueden dar lugar a investigaciones, que no vuelva a sentirme como una niña ilusionada por lo que le depara el futuro.
Gracias y mil gracias por esta entrada, Eugenia. Me reafirma en mis decisiones.
La salida laboral que siempre me ha interesado ha sido la docencia. Después de cursar el grado en Filología hispánica y gustándome mucho estudiar, decidí hacer el máster de profesorado a la vez que hacía el de investigación en lengua y literatura. Gran error. A día de hoy me encuentro terminando el de investigación a la vez que preparo oposiciones. Es un máster caro, aburrido, una paráfrasis de la carrera y en gran medida enfocado a un doctorado para el cual 1. No tendría beca (algo que he sabido siempre) 2. Ahora veo que no tendría valor ni ganas.
En el máster, además, hay varias doctorandas que cursan créditos de formación (poseen los 300 créditos necesarios para iniciar el doctorado, fruto de grado + máster de educación) pero necesitan «formación específica»que se traduce en cursar algunas asignaturas del máster. Todas ellas se caracterizan por poder permitirse seguir estudiando y postergar indefinidamente su entrada al mercado laboral, dado que sus padres poseen una solvencia económica que se lo permite. Esa es la principal diferencia que veo entre la mayor parte de doctorandos que conozco y yo. ¿Harían ellos un doctorado si para poder vivir esos tres, cuatro, cinco años y los que vengan después hasta encontrar un trabajo, tuvieran que pasarlos trabajando en, para que nos entendamos, «lo que encuentren»?