Disclaimer: Este post no es una guía para dormir bebés. Es lo que le diría a la Eugenia del pasado, cuando le preguntó a una amiga: «pero a ver, ¿los niños cuándo duermen?» sin entender muy bien el porqué de los chistes sobre la falta de sueño.
Hace poco estuve en una tienda de segunda mano de cosillas de bebé, y había un estante entero de libros de crianza. La mitad estaba dedicada a libros especializados en el sueño de los bebés. Y esto es de lo que más te dicen cuando estás embarazada: que el niño no te va a dejar dormir. Y piensas que qué exagerados, que en algún momento dormirán, ¿no? Bueno, sí duermen. Eso no significa que lo hagas tú.
El primer problema: los estilos personales.
Piensa en qué necesitas tú para dormir. Tu cama, tu almohada, esa postura, una determinada temperatura, la ventana abierta o cerrada, luz u oscuridad, silencio total, leer un rato… algunos podemos dormir en un medio de transporte y otros no. Pues los bebés igual, con una diferencia. Por razones que no vienen al caso, casi siempre se duermen mejor en movimiento. Pero el bebé no te puede decir que tiene frío, o calor, o que estaría más cómodo un poquito incorporado, ni nada; además, los recién nacidos tienen muy poco control de su cuerpo y no se pueden colocar espontáneamente en una postura más cómoda. Así que al principio se tarda un poco en aprender cómo le gusta adormecerse, y esos gustos cambian en el tiempo. Igual tienes una criatura que pasa hora y media llorando desesperada y de repente se queda frita porque has dado con La Postura. Añade otra complicación: dependiendo del niño y de sus gustos, pasan meses o años hasta que si se despierta o se desvela, se puede distraer mirando algo. Tú puedes leer en la cama o contar ovejitas, un niño de seis meses no. A lo mejor le gusta mirar un móvil o escuchar una canción, pero no tiene por qué.
Con algunos niños y bebés funciona dejarlos a su bola en la cuna, y solamente vigilarlos para que no trepen, calmarlos si lloran, o cambiarlos si hay algún accidente (algunos vomitan en la cuna).  En un rato se duermen. Con otros no: se echan a llorar desesperadamente, o simplemente se quedan despiertos. Entonces cada familia tiene una técnica: cogerlos en brazos, mecerlos, o lo que sea.
Otra cuestión es si los bebés, igual que tú, son de mucho o poco dormir, de sueño ligero o pesado, y más nocturnos o diurnos. Lo que la gente suele llamar «un bebé muy bueno» es uno que no sólo duerme mucho, sino además pesadamente y de noche. Ahora piensa: de los adultos que han convivido contigo, ¿cuántos conoces cuyo sueño reúna las tres características? ¿por qué iban a tener que ser los niños más predecibles y uniformes?
Otra razón importante por la que a los bebés les puede resultar difícil conciliar el sueño, esta sí distinta de los adultos, es que chupar algo puede formar parte del mecanismo de relajarse. No solo chupete; muchos bebés se quedan dormidos en mitad de una toma (de pequeñines) o con el biberón de la cena (cuando ya son grandes y hacen comidas diferenciadas). A veces se desvelan justo después y entonces ya no hay quien los duerma: pierden interés en el biberón o la teta porque ya no tienen hambre, y te has quedado sin tu mejor técnica.
Más diferencias: los bebés tienen mucha necesidad de contacto físico y algunos lo requieren para dormir. Hay quien los duerme en brazos y entonces los pasa a la cuna, y quien directamente los mete en la cama familiar. Desgraciadamente nos hemos educado con teorías según las cuales los niños que duermen así ya no van a saber (no, nunca, nunca jamás) dormirse de otra manera, y si es bueno o malo para los niños compartir cama con sus padres es una idea bastante discutida. Ahora mismo, digamos que está de moda. No es la panacea: mi bebé cree que mi cama es para jugar y si lo meto conmigo, se desvela del todo.
Por último, queda la cuestión de las interrupciones del sueño. Los recién nacidos no pueden dormir mucho rato seguido, porque les entra hambre. Tienen un estómago muy pequeño, la leche materna se digiere muy bien, y en una o dos horas piden más. Se suele decir que los niños que toman biberón duermen un poco más seguido y también son más predecibles porque la composición de la leche siempre es la misma. Este ritmo (suponte media hora despierto, dos horas dormido) va concentrando leeeeentameeeeente bloques de sueño más largos. Cada niño es diferente, pero con un poco de suerte, entre uno y dos meses duermen de noche un par de períodos largos (de tres a cinco horas) y los períodos diurnos se van volviendo más cortos y más predecibles. Cuando tienen entre seis meses y un año, aún no son capaces de dormir de un tirón. Pueden pasar muchas cosas: lloran, los calmas, se duermen. Se desvelan y ya no se duermen en un buen rato (o hasta el día siguiente!). Algo cambia, como que se les cae el chupete de la boca o cogen frío, y protestan. Tienen pesadillas y lloran, en sueños o despiertos. Tienen hambre. Tienen ganas de teta, que no es lo mismo. A esas alturas, con suerte es llevadero para quien los cuide porque se despiertan pocas veces y poco rato. Volvemos a lo que es paralelo en niños y adultos: a ti te despierta una pesadilla, el frío, el calor, la sed, el pis… mil cosas. Vas al baño y sigues durmiendo. El bebé no puede, y aunque a lo mejor se calma solo, de paso nos despertará a todos.
Resumiendo, entre los 6 meses y que los niños tienen varios años, sí que pueden dormir bastantes horas de noche, entre 9 y 12. Pero tardan en quedarse dormidos, y pueden despertarse varias veces todas las noches, necesitando un grado de atención en cada despertar muy variable. Y casi nunca vas a poder dormir tú hasta tarde. La cosa se termina de complicar cuando hay hermanos: imagina a los mayores durmiendo como acabo de describir y la llegada de un hermanito nuevo, que sigue su propio ritmo.
La última dificultad para que puedas dormir es que como a los niños hay que dedicarles mucho tiempo y atención, los adultos solo pueden dedicarse a muchas tareas cuando los niños se duermen. Lo ideal es acostarse poco después de ellos, pero si son pequeños estará casi seguro toda la casa tirada, la cena sin recoger, la ropa de mañana sin preparar… y se te van una hora o dos entre eso y poner los pies en alto en el sofá a tener un momento de tranquilidad y adultez. Para esto, la solución es que otros cuidadores (el padre es quien suele estar más a mano) hagan su parte y se repartan las tareas de forma que todo el mundo pueda dormir.
Tal vez te estás preguntando: ¿y los padres no se pueden turnar para dormir al bebé, o en los despertares nocturnos? Pues imagino que sí. En casa, yo me encargo de la cena o de la comida del día siguiente mientras el niño se duerme. Pero los despertares nocturnos y los desarreglos de la siesta son 100% cosa mía, siempre, porque tengo Sentido Especial Mamá y el más mínimo ruido del bebé me despierta. Ya me podía haber tocado un superpoder menos pringao.

4 comentarios sobre “El sueño de los bebés, una guía para no-padres.

  1. Muchísimas gracias por este post. Siempre sabes explicar las cosas como para convencer de que nunca son tan fáciles como para resumirlas en una frase, o que no hay una solución universal, y esa idea de matices y de «cada caso es distinto» escasea mucho hoy en día. Sólo un apunte: tanto los libros/métodos sobre crianza, como la mayoría de la gente, como este blog, asumen que cada bebé tiene exactamente un padre y una madre. Eso no es cierto: son minoría, pero hay familias monoparentales, homoparentales, y hasta con más de tres adultxs haciendo de padres y madres. A veces me gustaría ver ese matiz, también. Por ejemplo, cuando dices «la solución es que el padre haga su parte…» podrías haber dicho «la solución es que el otro adulto del hogar, si lo hay, haga su parte…». Sé que son más palabras pero de repente incluyes a todas las familias 🙂

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