Mapa del fracaso escolar en Europa, por regiones. La media española es alta y la del sur, muy alta.

Que en España el fracaso escolar es alto no es novedad. He visto esta mapa hace poco, y también comentarios escandalizados que decían, entre otras cosas, «¡Pero si cada vez se enseña menos! ¡Pero si se ha bajado el nivel! ¡Que el título lo regalan!». No pretendo contradecir eso, sino explicar algunas de las razones por las que tenemos ese nivel de fracaso. No soy una experta en política educativa y solo puedo hablar de lo que veo en mis aulas, pero eso es más de lo que tienen algunos opinadores profesionales, así que allá va. Un recordatorio: en España se puede repetir una sola vez en Primaria. En Secundaria Obligatoria se puede repetir hasta que cumplas 18 años, lo que significa 2 o 3 veces en total, depende del caso, y nunca se puede cursar el mismo año más de dos veces. A los 16 años puedes dejar de asistir a clase. Desde los 18 puedes hacer un examen para obtener el título para adultos.

Entremos en un aula, ahora al final del curso. Un aula de 2º o 3º de ESO. 2º es el curso que concentra más suspensos, es un año duro. Esto es parte de lo que podemos encontrar en cuanto a dificultades:

  • Alumnado que no está. No vienen a clase nunca, o solo de vez en cuando. A veces trabajan en algo familiar (una explotación agrícola, un bar), otras no. Que yo sepa, servicios sociales solo actúa cuando la falta de asistencia es continuada. Funciona despacio y lo único que dan son advertencias. No hay multas y nunca me han dicho que a alguien le quitaran la custodia de sus hijos solo por esta razón. Hay familias que para evitar que se activen los protocolos de absentismo, traen a sus hijos a clase dos o tres veces al mes. Evidentemente, en una situación así el centro escolar no puede hacer nada. No tenemos las competencias, los medios o la formación para ello.
  • Alumnado que decidió, en algún momento entre el final de la Primaria y 1º o quizá 2º de ESO, que esto no iba con ellos. Ya os aviso: es misión imposible hacer cambiar de opinión a alguien que te dice, con la omnisciencia todopoderosa de los doce añitos: «Pero maestra, si yo no voy a estudiar». Por fáciles que sean los contenidos, por divertidas y motivadoras que sean las clases, son estudiantes que no quieren estar allí. La clase no tiene sentido, y tampoco levantarse temprano, sentarse seis horas en una silla, traer materiales, lllevar una agenda, y cumplir todas las normas de conducta necesarias para la convivencia armoniosa de 500 personas en un recinto cerrado. Todo eso viene antes de aprender nada. En mi contexto, este grupo compone el grueso del fracaso escolar.
  • Alumnado que ha llegado de Primaria con cierta dificultad y que se estrella entre 1º y 2º. Aquí falla una combinación de todas las partes: el tránsito de primaria a secundaria, los mecanismos para adaptar la materia, el alumno que se desmotiva, la falta de estimulación-motivación-llámalo como quieras.
  • Alumnado que en clase no tiene mayores dificultades pero que no estudia nada en casa, o estudia con un método inadecuado, y está siempre al borde de desistir.
  • Esto es una novedad en crecimiento: alumnado absentista por trastorno o enfermedad mental. Absentistas desmotivados, que iban bien en clase, están a seis meses o un año de titular, y dejan de venir a clase por estrés, ansiedad o depresión.
  • Alumnado con particularidades propias, como necesidades especiales del aprendizaje, inmigrantes recién llegados que todavía no saben español, etc. Estos casos no son un problema en sí mismos, el problema es a qué velocidad e intensidad hacemos adaptaciones para que puedan alcanzar el ritmo de una clase estándar y los objetivos suficientes para aprobar.

Esta «clasificación» del alumnado que entra en 1º y no sale en 4º no entra en las causas de por qué esto pasa en unos sitios más que en otros. No hay una sola razón, pero percibo una suma. En primer lugar, tenemos una visión del sistema educativo como un dispensador de permisos de trabajo. ¿Para qué se estudia? Para tener una titulación con la que trabajar. El alumnado estudia para aprobar, y quiere aprobar para acceder al mercado laboral. Sus padres quieren que estudien para tener un buen trabajo, o un trabajo mejor que el que tienen ellos. Ni creatividad, ni amor al saber, ni soft skills ni historias. La necesidad de trabajar se percibe como prioritaria desde el principio de la Secundaria. El estudiante quiere entretenimiento y estimulación, claro que sí, y las familias quieren que sus hijos sean felices, pero con ese objetivo en mente.

No tengo muy claro si esto ocurre en más países; una vez me explicaron que es característico de economías en desarrollo. Lo que sí es muy propio de España es el desprecio a la Formación Profesional por parte de todo el mundo menos el profesorado, y los sueldos muy bajos en casi todos los niveles. Así que ahí nos encontramos una bomba: la suma de una educación para el empleo y un mercado laboral que busca personal con cualificación académica alta o muy baja, pero no media, y que paga mal a casi todos.

Puse un ejemplo hace mucho tiempo, en dos partes: una y dos: qué estímulo tiene para estudiar una chica de catorce años que está haciendo 3º de ESO y que sabe que tendría que estudiar 4º, Bachillerato, y dos años de FP o cuatro de Magisterio Infantil, es decir, cinco o siete años más, cuando ella lo que quiere es cuidar niños y las cuidadoras de guardería cobran el salario mínimo? ¿Por qué estudiar más allá de los 16 años cuando no hay trabajo, y si lo hay, es de dependienta en una tienda o de camarero? Las carreras universitarias son largas, caras, y no interesan a todos. La FP se descarta, y los trabajos sin cualificación académica tienen un salario similar a los que requieren una titulación media. No hay ninguna ventaja añadida, ninguna motivación real para obtener el título de la ESO si no se desea seguir estudiando.

Así que ya lo tenéis. Ese 25% de fracaso escolar, más o menos, tiene dos perfiles principales. Uno, alumnado que repitió una vez Primaria o 1º de ESO, por dificultades académicas o por desinterés. Luego repitió 2º. En 3º o 4º, se veía mayor que sus compañeros, se aburría, vio la posibilidad de trabajar de algo, dejó de venir a clase y ya no podíamos obligarlo porque era mayor de 16. El segundo perfil tenía la vista puesta en un trabajo sin cualificación, o en ninguno, el caso es que había descartado los estudios superiores y en algún momento entre los 11 y los 13 años dejó de trabajar. Puede que viniera a clase y puede que no, pero si venía era a no hacer nada, ni sacar un lápiz. Y nada que podamos hacer desde el aula cambiará eso.


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