Cronopia, La Crono, es una tuitera muy popular por sus hilos humorísticos en los que desgrana consejos o anécdotas. Este fin de semana ha publicado unos consejos para la vida doméstica, orientados a mujeres aún por casar (o arrejuntar), que amablemente nos permite recopilar aquí. Está un poco condensado:
Hay una norma de oro. La norma namber guan. La que hay que tener presente siempre, pero especialmente los primeros años. La norma dice: no llegues a EL MOMENTO. ¿Y qué es el momento?, me preguntáis, como si yo fuera un señor de esos que lo saben todo. El Momento es un instante en el tiempo, una ocasión, una sola, en la que tú te haces cargo de sus cosas como si fueran tu responsabilidad. No te acerques nunca a ese momento. No estoy diciendo que no le puedas hacer un favor, sino que no tienes que llegar nunca al momento en que te hagas cargo de sus cosas como si fueran tuyas.
Llega tarde a trabajar: es cosa suya. Va con la ropa arrugada: es cosa suya. Se levanta tarde y no desayuna: es cosa suya. Y así. No te hagas cargo nunca, jamás de lo que a él le corresponde: su higiene, su salud, su alimentación. Recuerda que te has casado (o, si eres una persona sin moral ninguna, te has arrejuntado) con un señor, no con un niño. El tiempo, si Dios quiere, ya te dará hijos. El tío de barbas que duerme a tu lado SABE ocuparse de sus cosas. No dejes que se aproveche de ti.
El Momento es más difícil de esquivar de lo que crees, por eso hago especial incidencia. No es solo decir «pues no le pienso planchar las camisas». Eso es fácil y de una lógica que cae por su propio peso. Es que NO SE LA PLANCHES. ¿Que necesita que se la planches porque llega tarde? Que se hubiera levantado antes. -Oh, pero es que si yo llego tarde él también me la planchará a mí. Sí, un día, y tú acabarás planchándole la camisa todas las mañanas.
Ignora las presiones externas. Cuando te casas (o bien pecas y te arrejuntas) se pone en marcha toda una maquinaria social destinada a que llegue El Momento. Vara evitarlo, impide que nadie entre en tu casa a hacer lo que tú no quieres hacer. No puede entrar ni su madre, ni su hermana, ni su prima a plancharle la camisa. Eres muy mala, una bruja y una guarra que mira cómo lleva a su marido: da igual. No pueden.
Bien. Pasan los primeros años de matrimonio (o de vida en pecado, tú misma) y consigues esquivar El Momento. CUIDADO CON LA LLEGADA DEL PRIMER HIJO. Recuerda esto y tenlo siempre presente: el permiso maternal es para cuidar a un niño, no para cuidar de una casa ni de un señor que ya se está quedando calvo. Además, la que está con el bebé está más cansada que el que trabaja fuera.
De los cumpleaños, Reyes, fiestuquis y detalles varios que incluyan preparación, ornamentos o regalos: cada uno se ocupa de su familia. No te ocupes de los regalos de tu familia política. «Ñé, ñé, ñé, is qui yi ni sí iscigir in riguili», te dirá. ¿Verdad que cuando estaba en fase de conquista te sabía comprar regalos molones? Pues que busque regalos molones para su madre y para sus sobrinos. También tiene que ser él el que se acuerde de ir a visitar a su madre.
Asimismo, cuidado con los ólogos. Esto es, de sus citas con urólogos, podólogos, traumatólogos y etcétera se tiene que ocupar: ÉL. En resumen, tú no eres su agenda.
Si se da la nada extraña circunstancia de que no hace nada sin que se lo pidas, hay que planificar. Planificar es una tarea doméstica y debe compartirse. Esto significa que hay que planificar juntos. Supervisar la planificación, igual.
Si le parece mucho follón que os ocupéis los dos de una misma cosa porque luego es un lío, que se ocupe él.
Si se decide de mutuo acuerdo repartirse las tareas de forma que «yo hago la compra y tú ordenas la ropa»: CUIDADO. Que sean trabajos que se lleven a cabo con la misma frecuencia. Ejemplo: Colgar cuadros no es equivalente a hacer la compra, a no ser que hagáis la compra una vez cada cinco años.
No interpretes sus deseos/indirectas como órdenes. Si te dice «ya no quedan tomates» no significa que tengas que ir tú esa misma tarde a por tomates.
No obedezcas órdenes.
Niégate a responder a las preguntas que te haga en segunda persona del singular sobre asuntos que son de los dos. Ejemplo: -¿Dónde guardas los trapos? Es una pregunta trampa. Los trapos los guardáis los dos . Si le parece mucho follón que os ocupéis los dos de una misma cosa porque luego es un lío, que se ocupe él.
Si te compara con la mujer de su primo, o con la vecina o con su madre, que «mira todo lo que hacen en casa y no se quejan nunca», compáralo tú con Keanu Reeves
No tiene que conducir siempre él. No conduce mejor que tú. Él no es nadie para supervisar cómo conduces.
Ganar menos dinero no te quita derechos en el uso del tiempo y el espacio. El mejor sitio del sofá no tiene por qué ser para él. La habitación que sobra no tiene por qué convertirse en «su despacho». Y que ganes menos dinero no resta peso a tus opiniones ni a tu capacidad de decidir en temas comunes.
Si cocina él cuando hay visita, no permitas que se lleve todos los aplausos. Recuerda a los comensales que tú has hecho las ensaladas/recogido la casa/ordenado la cocina. Visibiliza tu trabajo. Si se pasa la puñetera comida explicando la receta y cómo ha cortado la cebolla y cómo ha hecho el sofrito, bosteza sonoramente hasta que cambien de tema. O también, cocina tú cuando haya visita y deja que él se ocupe de todo lo demás.
Comprar cortinas, electrodomésticos y otros accesorios para casa computa como tareas domésticas.
No tienes por qué ser la amiga de las parejas de sus amigos. No tienen por qué gustarte sus aficiones .
Si te pones enferma, no te disculpes. Él tendrá que ocuparse de las tareas domésticas y te tendrá que cuidar a ti. No pidas perdón. No es culpa tuya. Salvo fuerza mayor (trabajo o tener que cuidar a alguien más necesitado que tú), el que tiene que cuidarte es él; ni madres, ni hermanas.
Como resumen, un señor que no es capaz de ocuparse de sus cosas, que cree que tiene derecho a vivir un pelín mejor que tú, a tener más tiempo libre y a ocupar más espacio, no merece tu atención ni tu compañía .
Hace 3 semanas de mi boda y mientras leía este post estaba pensando que tenía que ir a doblarle la ropa limpia pero cambié de opinión y dejé que lo hiciera él (era todo ropa suya y había dicho desde el principio que la doblaría él). Incluso en una relación tan lejos de los roles de género, incluso dos personas tan alejadas de los respectivos roles de género, mi inclinación instintiva todavía es de ser ese tipo de mujer. Gracias por el recordatorio.