Disclaimer: esto no es una guía para dormir bebés. Es solo una crítica a todos los manuales para dormir niños, empezando por un estilo. Todos son autoayuda, y como todos los manuales de autoayuda, son mentirosos, simplificadores y manipuladores.
Cuando mi hijo tenía unos seis meses, escribí un post sobre el sueño de los bebés. Ahora que cumple tres años, aquí va un poco más sobre los problemas de sueño que nos podemos encontrar y por qué ningún método de libro funciona, Estivill menos que ninguno.
Lo único que casi todos tenemos claro es que nos beneficiamos de tener rutina, y los niños más, porque aún no han aprendido a razonar las cosas. Hay al menos un autor que dice que no, utilizando analogías chapuceras respecto a los adultos: como tú no haces lo mismo un martes y un sábado, en febrero y el agosto, pues que los niños no «necesitan» rutina. Eso lo he leído yo en libros que me dolió pagar. Me he deshecho de ellos así que no puedo citar libro y página, pero si buscas «Carlos González rutina niños» en internet, leerás que las rutinas no son ni buenas ni malas. Eso es entre mentira y una manipulación de la verdad, y no es la opinión mayoritaria. Otra experta, Rosa Jové, sí dice en su libro que las rutinas son buenas, no para inducir al sueño sino para crear un ambiente agradable, para comprobar qué funciona con un niño concreto. A todos nos reduce el estrés que la vida sea previsible, y un niño de dos años no sabe qué cosa es un miércoles y si eso se come. Por caótico que sea el niño o su familia, ayuda que todo ocurra en un orden y más o menos a la misma hora: el baño, la cena, el cuento, a dormir. Te das cuenta de que se lo pide el cuerpo.
Si no has leído ningún libro sobre crianza, tal vez no sepas que tienes dos opciones en los extremos y nada en medio: una es acompañar al niño en su cama o en la tuya, donde él quiera y como él quiera, y la otra en España se conoce como «método Estivill» y en el resto del mundo como Ferber por el médico que se lo inventó. La idea es que los niños duermen bien o mal por cómo los has habituado, y que si los duermes acompañándolos no van a saber hacerlo de otra manera. Sobre todo, si se despiertan de madrugada van a esperar el mismo grado de dedicación que a las nueve de la noche, porque los has condicionado a que si no estás tú, no se duermen, como si fueras su almohada favorita. La solución es que la única manera de dormir a los niños y bebés es dejarlos en su cama, en su cuarto, y largarte hasta la mañana siguiente, da igual que lloren, chillen o prendan fuego a las cortinas.
Es fácil de formular. Norma número 1: no dejes que el niño se duerma NUNCA en un sitio distinto de su cuna o cama, fuera de tu habitación.
Norma número 2: No acudas a ver por qué llora. Consuélalo desde la puerta del cuarto. Se dormirá tarde o temprano. Aprenderá a no llamarte.
Al principio este método se defendía desde el nacimiento o casi, y ahora desde los seis meses. No quiero entrar en la parte ética (dicen que el niño no sufre secuelas al llorar y a mí me da igual si no crea un trauma: en ese momento el niño sí sufre). La primera norma, como cualquiera que ha tenido a un bebé muy pequeño puede comprobar, es de cumplimiento casi imposible. Se te va a dormir en brazos porque es pequeñín y está a gusto. Decir que «no es capaz de dormir en la cuna porque lo coges» es decir «no sabe saltar a la pata coja porque lo coges». Es decir, si es de sueño fácil se dormirá donde pille, y si es de sueño difícil, vete a saber. Podría decirse «intenta acostumbrar al bebé a que en su cuna se está a gusto. Quédate cerca para que te huela, tócalo». Pero decir «depende» no vende libros, y una base de este método es que el niño duerma lejos de su madre.
Además, algunos recién nacidos no son capaces de dormirse tumbados porque tienen cólico o reflujo y les duele. No es buena idea dormirlos en una sillita o cuco, porque no sostienen la cabeza. Es un fastidio, para ellos y para quien los cuida. No hay más solución que esperar a que maduren un poco y el problema digestivo se resuelva solo, o cambiar de marca de leche si toman biberón, o cambiar la dieta de la madre si toman teta, porque algunos alimentos les pueden sentar mal de esa manera indirecta.
Ya que estoy hablando de la teta, añado: dar de mamar por la noche suele ser incompatible con tener el niño en otra habitación, o lejos de la madre, o incluso en la cuna. Muchas veces, lo que ayuda a mantener la lactancia, o a hacértela más llevadera, es lo contrario de lo que viene en cualquier método que venga en un libro. A la porra las reglas, todas ellas. Haz lo que más os compense a ti y al bebé.
Por otra parte, el método del «ahí te pudras» no tiene en cuenta que un niño que llora de noche a lo mejor quiere algo que le negarías, como dormir en la cama de otra persona, jugar, o levantarse porque cree que es de día, pero tal vez, igual que te pasa a ti, tiene hambre o le duele algo. Es una temeridad no acudir a la llamada de un niño. Lo práctico sería decir «si llora de noche, comprueba si no se ha hecho daño, que no está mojado, consuélalo, dale de comer si es lo que pide, y dile que cada uno duerme en su camita y que hasta mañana. Entonces te vas». Pero «depende» no vende libros, y el método insiste en que no entres en el cuarto. Como mucho, desde la puerta. Mi matrona, en las clases de educación maternal, nos explicaba que con un bebé que llora, si todo lo demás falla, debíamos desnudarlo y mirar si se le había enredado en un dedito un pelo nuestro, o un hilo de la ropa. Estivill pensando que tienes un pequeño manipulador, y la criatura con un dedo atado.
Por último, todas las estiviladas que te hayan contado dejan de funcionar cuando el niño no duerme en una cuna. Si se siente solo o se aburre, saldrá de la cama y te buscará por la casa. Puedes pelearte con él para que vuelva a su cama, o acompañarlo. Tú verás. Puedes ser muy firme y acostumbrarlo a que no, no se puede quedar en el salón, aunque diga que tiene sueño, ahora hay que dormir. Pero eso no significa que te vaya a hacer caso.
Nosotros experimentamos lo que yo llamé bromeando «el estivill flojito» a los 12 meses, porque el bebé se había acostumbrado a dormir en un carrito y queríamos que durmiera en la cuna, en nuestra habitación. Lo consolábamos en brazos o lo metíamos en la cuna, pero no podía estar en otro sitio. «Consolarlo sí, dormirlo no, a la gente no se la duerme, se duermen solos cuando tienen sueño» ha sido un poco el lema en casa. Tardamos varios días, pero acabó por funcionar. No había más remedio, de la cuna no podía salirse, acababa por vencerlo el agotamiento. Ahora, cuando se despierta de madrugada, quiere venir a nuestra cama, y se lo impedimos no porque Dormir Con Mamá Está Mal, sino porque no cabemos bien y yo no duermo. Si lo intenta cerca de la hora de despertarme, me da igual y lo dejo. Una vez más, la respuesta a si dejar que un niño duerma en tu cama es «depende».
Lo que veo, y con esto concluyo, es que el método estándar de moda dice que el niño me necesita, que es normal que un niño duerma poco e interrumpido, que debe dormir donde y cuando quiera. El método de moda me dice, hablando claro, «jódete, pues claro que te vas a pasar unos años sin dormir, haberte comprado un cactus». El Estivill propone cosas falsas como que si dejo a un niño dentro de su cama, se quedará quieto dentro de ella, aunque sea llorando. El método estándar desprecia las necesidades de las madres, pero al menos no nos miente.