Una de mis películas favoritas es El Discurso del Rey. Para mí está al nivel de la comedia romántica más ñoña: hay un señor que tiene un problema un problema personal y ningún problema en lo material, y de que él dé imagen de seguridad y suene bien hablando por la radio depende El Futuro Del Mundo. Sale hablando por la radio con voz firme y segura y un bonito acento, y eso significa que GANAMOS.

Es todo íntimo y pequeño y al mismo tiempo desmesurado. ¿Tan importante es que salga un señor diciendo que… todo va a salir bien?

Y bueno, en el caso del rey tuvieron la segunda guerra mundial, y en el nuestro llevamos casi un año de pandemia. Estamos en nuestro particular desembarco de Normandía: se ve cuál será el final porque hay vacunas contra el coronavirus y parece que funcionan. Vamos a ganar nosotros, pero no sabemos cuánto vamos a tardar.
Podría decirse que las metáforas bélicas están fuera de lugar y reconozco que son peligrosas por dos razones: una, que tratar a los trabajadores como héroes convierte trabajos muy duros en una vocación que se hace por puras ganas de servir a los demás, como por magia.
La segunda razón por la que no parece adecuado describir la pandemia con imágenes bélicas es que la mayoría de nosotros nos hemos limitado a quedarnos en casa, aburrirnos, ver The Umbrella Academy en dos días, y en algunos casos, teletrabajar. El gobierno alemán hizo un divertido vídeo justo explotando esa idea. Pero ¿cómo va a ser heroico ni bélico ni nada quedarte en tu casa? ¿Lavarte las manos? Usar mascarilla tiene algo de incómodo así que parece que sí te estás sacrificando en algo, pero no es difícil y lo hace todo el mundo.
Y es que estamos malacostumbrados a una noción de lo heroico como algo activo, violento e individual. Sin embargo, la segunda guerra mundial nos ofrece muchos ejemplos de que un esfuerzo de este tipo tiene muchas facetas. En palabras de Selebro Verle Bueno, neuróloga, esto no es una batalla sino un asedio.
Durante la guerra, los nazis asediaron Gran Bretaña, aislada por mar y por aire. Los civiles tuvieron que cambiar su vida diaria de muchas maneras. Se evacuó a londinenses, especialmente a los niños, a zonas rurales, porque las grandes concentraciones humanas eran peligrosas, más fáciles de bombardear. Según Jennifer Worth, autora del bestseller «Llamen a la comadrona» sobre la vida en los barrios más pobres de Londres, mucha gente se resistió a esto y volvieron a sus casas, porque no les gustaba el campo. No somos los primeros en rechazar a medidas «de sentido común».
Otra medida de seguridad era el toque de queda y el apagón general. había que tener todas las ventanas selladas o las luces apagadas, porque si un avión nazi veía luz, ah, ahí vive gente, y bomba que caía. Te olvidabas un día de tapar muy bien las ventanas y boom, el fin de tu barrio. Así de tonto. Romper esta norma era frecuente y podía suponer pagar multas muy altas.
A todo esto se lo llamó «The home front», el frente doméstico, o «the war effort», el esfuerzo bélico. Uno de los aspectos en los que más se insistió fue en el buen uso de los alimentos. Hay británicos que me han dicho que en su país nunca se ha comido tan bien ni tan sano como entonces, porque se hicieron guías nutricionales muy buenas, el suministro era eficaz y equitativo… era comida monótona pero suficiente. Esta serie de la BBC lo cuenta muy bien.
Era importantísimo no desperdiciar nada. También se procuró aumentar la producción con los huertos domésticos. Me han contado que se prohibió el cultivo de plantas ornamentales pero de ello no he encontrado referencias. Cultivar un huerto era opcional pero había muchísima propaganda para animarte a hacerlo, y a esos intentos de autoabastecimiento se los llamó… Victory Gardens, jardines/ huertos de la victoria.
La mayoría de nosotros no hemos pasado hambre en los meses de confinamiento, solo hemos hecho repostería para divertirnos, pero hemos visto noticias sobre familias desesperadas por dar de comer a sus hijos, y también el esfuerzo de algunos para distribuir alimentos.

con comida basura.

Y por supuesto era muy importante mantenerse optimista y positivo. La moral era clave para vencer. Ahora nuestro enemigo no piensa, no siente ni tiene intención alguna, pero buscar distracciones, mantenernos en contacto sin ponernos en riesgo y confiar en que la vacuna nos llegue a todos pronto es imprescindible para mantener la salud mental.
Por último, hay otra situación en la que la guerra y la pandemia se parecen y es que en una guerra también hay gente viviendo encerrada. En medio de una situación pesadillesca, prisioneros de guerra o en campos de concentración han hecho cuanto han estado en su mano para sobrevivir. A veces ha sido intentar escapar, cosa que nosotros no podemos hacer. Pero de nuevo, estar en una guerra a veces consiste en esperar a que todo termine y no por eso es menos duro.


Y por supuesto, tenemos a las personas que se escondieron, a veces durante años, huyendo de la persecución nazi. El ejemplo más famoso es Ana Frank, gracias a su diario, en el que lo mismo nos cuenta su visión de la guerra que convierte la preparación de las comidas en una viñeta costumbrista. Su escondite es ahora un museo.
Pues eso, que keep calm and carry on. Y que ya falta menos.
Hola. Te leo por Twitter, aunque no tengo cuenta. Solo entro para leer una pocas cuentas que me aportan conocimiento y me hacen reflexionar sobre diversos temas. Me ha encantado tu post. Este paralelismo es algo a lo que había dado vueltas varias veces durante este último año.
Un saludo
Muchas gracias 🙂