
He escrito ya un post sobre la educación de las niñas y mujeres jóvenes. Aquí hablaremos de la educación masculina y de las opciones que tenían los hombres de buena familia, sobre todo los que no heredasen la fortuna familiar.
Los primeros años de vida de niños y niñas eran muy parecidos. Si eran muy ricos, la misma niñera o institutriz, ocasionalmente la madre, se encargaría de enseñarles a leer, a escribir y las cuatro reglas. La opción más cara cuando los chicos crecían y necesitaban una enseñanza separada de la de las niñas eran los tutores privados. Eran la preferencia de las familias más ricas, porque les daba todo el control sobre la educación de sus hijos… e impedían que hicieran amistades inconvenientes. La opción intermedia está muy bien descrita por Charles Dickens en Dombey e hijo y en David Copperfield: escuelas pequeñas, a veces de un solo profesor, para alumnos externos que viven con familiares o en pensiones. Y por último, internados, donde la calidad de vida era muy, muy variable. Algunos eran terribles, no como las prestigiosas «public schools», que eran públicas en el mismo sentido que los pubs son public houses: solo necesitas pagar para entrar, y no nos importa tu origen. Se regularon en la forma que conocemos en una ley de 1868, pero escuelas como Eton y Winchester existen desde la Edad Media.
No se daba mucha importancia a la educación de los hombres jóvenes que no iban a necesitar trabajar. La educación era casi completamente utilitaria: aritmética (algunos iban a necesitar saber contabilidad), geometría (algunos no muy ricos serían arquitectos o ingenieros), latín y griego (necesarios en la universidad, para estudiar ciencias y en la iglesia), y tal vez algo de historia o de arte, pero lo justito. La universidad, sorprendentemente, iba por el mismo camino. Solo había dos universidades en Inglaterra, Oxford y Cambridge. Los exámenes eran pocos y fáciles, no se podía estudiar Ciencias sin dar al mismo tiempo Clásicas, el currículum era superficial y estaba muy anticuado. Desde principios de siglo se inició un proceso de reforma muy lento para mejorar esto, en parte desde las universidades (endureciendo los exámenes, por ejemplo) o dando estatus universitario a las escuelas de medicina de los hospitales y a las escuelas de ingeniería que más adelante se convertirían en las actuales politécnicas.
¿Os estáis preguntando cómo aprendía un muchacho esos modales que hacían suspirar a las madres en los salones? ¿No tenían clases de protocolo y modales como las chicas? En primer lugar, aprendían de sus niñeras. Después, la presión de grupo hacía el resto. Las chicas, por otra parte, tenían mucho más que aprender en ese sentido puesto que se esperaba de ellas una conducta más artificial.
Y llega un día en el que tienes un mozo en casa, un veinteañero que luce bien en los salones, que es inteligente y responsable y que algo tendrá que hacer con su vida. ¿En qué puede trabajar? Empecemos con un rápido repaso al origen del dinero. Una familia rica podía ganar dinero alquilando tierras a agricultores y cobrándoles alquiler, o cultivándolas más directamente con jornaleros, aunque esto no era lo más habitual (algo así sale en la novela La Inquilina de Wildfell Hall). En las tierras, como vemos en Poldark y en la serie Gentleman Jack, podía haber minas. En una situación así, un caballero, que sería el hijo mayor de la familia, podría darse la gran vida y estar en unas perpetuas vacaciones, pero al igual que es conveniente que sus hermanas aprendan a dirigir al servicio y a educar a los niños, su tarea sería la de gestionar las tierras y la fortuna familiares.
Sus hermanos, con los que no va a dividir ni la mansión ni el grueso de las tierras si las hubiera, tienen como primera opción heredar tierras desvinculadas del nombre familiar, o un suma de dinero como la dote de las hijas, para que la inviertan. También pueden entrar en el ejército; los cargos más altos se compraban. Esto no era corrupción, era la manera establecida de conseguir puestos. Una vez dentro, a vivir. Algo parecido ocurría con la iglesia: las parroquias tenían asociada una paga, y las había más ricas y más pobres. Los curas recién ordenados a la espera de una parroquia necesitan que alguien con capacidad para ello se las asigne, como le ocurre a Edward Ferrars en Sentido y Sensibilidad. Las siguientes opciones son la política, finanzas, comercio o industria (en según qué novelas, como las de Jane Austen, estos dos son sinónimos) y Derecho, en ese orden de respetabilidad. El estatus social de la medicina varía, pero no recuerdo en ninguna novela de la época un médico como personaje con caracterización y familia. Lo malo del derecho y de la medicina es que ser banquero o tener una fábrica de hilos es trabajar, sí, pero un médico o un abogado trata directamente con clientes y eso es muchísimo menos elegante.
Y hasta aquí. Quien tuviera la curiosidad y el interés, podía estudiar o trabajar. Y quien no, a menudo no lo necesitaba. La expansión del Imperio Británico en la segunda mitad del S XIX, con su ejército de funcionarios, dependió en gran parte de una reforma educativa que benefició enormemente a los hombres de clase media, desde las public schools a la universidad. Pero eso es bastante posterior a las novelas más leídas en nuestro tiempo.
Tertius Lydgate en Middlemarch es médico, es el único que se me ocurre.
Muy interesante as usual!