Tiene el Hematocrítico, nuestro grafómano favorito, una lista de reproducción de Spotify que se llama «Un temazo diario«. Hemato no oculta su predilección por la música más comercial del momento y mezcla con alegría sus defensas de Bad Bunny y Kanye West con clásicos Britpop y música independiente. Recomienda una de Arab Strap, me intriga y me la pongo.
We promised to ourselves before we came out we’d do something we regret. Lo escucho mientras hago un trabajo duro pero mecánico y pienso «Arab Strap suena a lo que haría Shane MacGowan si fuera de Glasgow». Sonrío con mi propia pedantería y me pregunto cuánta gente que me conoce entendería lo que quiero decir.
Lo raro es que no conociera a Arab Strap de antes, pero bueno, la vida es así y a veces las cosas buenas nos esquivan hasta que se nos caen encima como una avalancha. Una de las cosas que han definido este año es que he hecho más descubrimientos y reencuentros musicales que nunca en ¿quince años? No sé, algo así. Esos descubrimientos han provenido mayoritariamente de contactos en redes sociales, pero me pillaron en el momento adecuado.
Venía yo de unos años de escucha vaga, utilitaria, un recurso a muy pocos intérpretes y estilos a modo de zona de confort. Un recopilatorio de bajos potentes. Agnes Obel. Air. Hotel 2, de Moby. La banda sonora de Mad Max Fury Road. Música que ya conociera y pudiera usar como fondo. Me recordaba a mí misma como a alguien con mucho interés en la música y un gusto bastante amplio, pero se me olvidaba qué más podía poner. Ni siquiera es que no me apeteciera. El año pasado fue de escucha obsesiva de clásicos de mi niñez. Si no he visto este concierto cincuenta veces, no lo he visto ninguna.
Entonces, Ramón Nogueras dice noséqué de Depeche Mode y yo caigo en Muzikalia. Ah, que tienen un podcast. Conexiones. Me pongo un especial de Depeche Mode para un viaje largo por carretera, y me encanta. Me escucho el archivo enterito en unos tres meses. Un poco después, Nymeria Solo recomienda El Descampao en un monográfico sobre Pearl Jam. No es que me estén enseñando gran cosa nueva, pero me siento como un personaje de película de sobremesa al despertar de un coma. Ah, que a mí me gustaba esto. Así que esta era yo. El remate de todo esto fue explorar desde Muzikalia y descubrir El Telescopio. Ahí sí que hay descubrimientos, pero no son nuevos planetas… son, digamos, el pueblo de al lado del mío. Se sienten cercanos. Son rutas explorables.
De todo esto han salido horas de felicidad, horas de trabajo, paseos, momentos de inspiración para escribir poesía, mis primeros conciertos desde 2016, una colaboración ocasional con Muzikalia, alguna lagrimita, y por lo menos dos amistades nuevas gracias a conversaciones sobre música. He sido muy afortunada.
Decía Nuria Pérez en Gabinete de Curiosidades, citando a alguien que no recuerdo, que El Algoritmo ha acabado con la curiosidad (Nuria fue uno de mis grandes descubrimientos, abriendo camino para los demás, pero a finales del año pasado). Simplificando, hay dos clases de algoritmos. Los que piensan que si has escuchado a Madonna te va a gustar gente que suene igual que Madonna, y los que piensan que si a tus contactos de la misma web les gusta Madonna, lo más probable es que a ti también. La gente bromea con el primer tipo cuando compran un frigorífico y la web les enseña anuncios de frigoríficos durante meses. A mí no me funciona muy bien ninguno de los dos; he tenido muchos más aciertos con las recomendaciones de verdad, sin automatizar, de gente en la que confío. Como el Hematocrítico, por ejemplo.
Hace poco se me rompió el ordenador y hubo que formatearlo. Aproveché para instalar Audacious, un reproductor de música de software libre, y hacer limpieza de mi colección de mp3. Según escribo esto, hay un poco más de diecisiete mil canciones. Si escuchara sin interrupción quince horas al día, hay música para un trimestre. Hay cosas ahí que no he oído nunca, vete a saber por qué. Bueno, sí, pero para qué entrar en los años en los que escuchar música nueva, y sobre todo escoger qué poner, era demasiado estresante.
Una de las razones por las que sé que estoy en un buen momento de mi vida es cuánto me apetece escuchar música nueva. Ojalá seguir así mucho tiempo.
Anda, me alegro mucho de haberte descubierto ese especial de Pearl Jam 😃. Yo llevo tiempo que no escucho mucha música nueva, pero, como tú, gracias a las recomendaciones de la gente sí descubro cosas que amplían mis límites musicales. En realidad hay mucha música que no conocemos que merece la pena, pero nos falta tiempo y a veces ganas para ponernos a investigar.