Sí, voy a hacer memoria del curso que termina más o menos un mes tarde, entre otros motivos porque necesitaba tener algo de distancia.
Es el último curso en mucho tiempo en el que voy a tener solamente cuatro grupos, porque he tenido una reducción horaria por jefatura que se termina. Sobre la jefatura, poco que decir: no se me da demasiado bien, voy llevando adelante el papeleo y poco más. Mis cursos han sido: un 3º ESO muy heterogéneo que mezclaba alumnado bilingüe y no bilingüe, un 4º no bilingüe y con problemas de bajo nivel y falta de motivación, un 2º de Bachillerato de Ciencias Sociales y otro 2º que mezclaba alumnado de Humanidades con muy buenas aptitudes en mi materia con alumnado de Arte (en mi centro hay bachillerato de Artes Plásticas), con el que tuve muy buena sintonía aunque que de nuevo era difícil motivarlos. Cuando hablo de «motivación», no me refiero simplemente a a «ganas de trabajar en mi clase» o «interés en aprender inglés», sino motivación para venir a clase a diario y titular. Los de 4º ESO y puntualmente algunos de 3º no se consideraban capaces de terminar el curso, o de aprobar inglés. En Arte hubo algunos abandonos pero sobre todo, bajas de Bachillerato o abandonos del curso completo con intenciones de repetir. Los demás cursos terminaron mejor, pero este ha sido un año de aprobados justitos en casi todas mis clases.
Aquí veo lo primero que tengo que modificar. Hemos trabajado durante muchos años con sistemas de media ponderada del estilo «los exámenes puntúan el 70% de la nota y cualquier otra tarea que se vaya haciendo es el 30%». Al principio de mi carrera, el alumnado quería entender «el examen es el 100% de la nota y todo lo que haga aparte me la mejora, pero no la puede empeorar; toda tarea está concebida para subir nota«. Ahora, cada vez más alumnos entienden, simplificando un poco: «Estudio lo suficiente para sacar un 3 en el examen. Si hago siempre los deberes, tendré un punto más y llego al 4. Y venga, aprobado». Y tienen razón, porque este año no he planteado suficientes tareas creativas y de comunicación para ese 30% y durante la primera mitad del curso casi todo el trabajo puntuable han sido los deberes, es decir, tareas mecánicas para hacer en casa o en la hora de refuerzo con otra profesora que tenían algunos (no era clase para NNEE, sino una optativa). De aquí la primera lección que saco para el curso que viene es no se puntúan las tareas para casa, especialmente si son mecánicas. Hay una excepción que contaré más abajo. En clase haremos redacciones, exposiciones orales, diálogos, y listenings fuera del formato «examen global» como tareas alternativas al examen.
Eso sí, es verdad que la práctica mecánica es necesaria, para unos alumnos más que para otros. Y no sé cómo será en otras materias, pero no puedes aprender una lengua extranjera trabajando solamente 3 horas a la semana. Es cada vez más frecuente que el alumnado que encuentra alguna dificultad, o sus familias, recurran a las clases particulares para asegurarse esa práctica. No lo escondo, me desagradan las clases particulares porque me encuentro con alumnos que no comparten conmigo sus dudas o que directamente se niegan a trabajar en mi clase dado que les van a obligar a trabajar en un grupo reducido por la tarde. Y me preocupa que haya familias haciendo un sacrificio económico que no me parece necesario. No sé si esto puede remediarse con más comunicación, pero se puede intentar. Así que para resolver a la vez el tema «el niño necesita clases particulares para que le ayuden a hacer los deberes» y que no todo el mundo necesita las mismas actividades, después del primer examen puedo facilitar a cada alumno una batería de ejercicios que se puedan imprimir o hacer online, más o menos individualizada, y pasarle esta información a las familias. Es decir, habrá alumnos que no necesiten deberes, otros a los que les dé actividades propias del curso anterior si necesitan refuerzo, otros con actividades del curso actual más fáciles o más complejas. Y comunicar a todas las familias qué conclusiones saco del primer examen o el primer mes de clases, para que no se sientan tan perdidas y recurran al profesor particular al primer obstáculo. Por otra parte, lo malo de dar tareas diferentes creando cuatro grupitos dentro de la misma clase es que luego hay que corregirlos. Eso triplica el trabajo; o creo en clase grupos de trabajo un ratito a la semana para que se supervisen entre todos, o pongo tareas 100% online. Y como he dicho antes, esto no tendría nota numérica, o sería mínima. Lo importante es ver si ayuda o no a mejorar las calificaciones.
Ay, el trabajo por grupos. Cómo lo echo de menos. Ahora que sabemos lo suficiente sobre el covid: no más pupitres aislados. Todo el trabajo por parejas o grupitos.
Una cuestión del trabajo de clase que ha sido muy problemática este año es que los alumnos, de repente, han dejado de tomar notas. Solo hacen los ejercicios, a veces en papelitos sueltos, rotos, sucios… Y es que por una parte, solo quieren hacer las tareas que tienen calificación, y llevo dos años sin evaluar cuadernos. Por otro, usamos un libro de texto que tiene el vocabulario traducido y la gramática explicada en español, así que en clase no me prestan ninguna atención. Si digo algo que no está en el libro y se dan cuenta, por ejemplo vocabulario extra, les molesta. Si expongo lo que hay en el libro, se abstraen. No todos, claro, pero sí la parte del grupo que más me importa que me entienda. El libro no termina de trabajar bien ciertas técnicas básicas de aprendizaje de lenguas extranjeras, así que el curso que viene vuelta a evaluar el cuaderno, pero solo la parte en la que se tomen notas que haya que estudiar, como vocabularios, teoría gramatical y esquemas que conducen a redacciones. Pasar a limpio «en bonito» será opcional porque a mucha gente le motiva.
Sobre los vocabularios: son con diferencia el punto más débil del libro que estoy usando. El de cada unidad pasa de formar parte de textos breves muy densos de palabras nuevas, a la listita traducida del final del libro. Esa lista ha existido siempre pero como glosario del libro entero, no página por página. No sé a qué talento se le ocurrió, pero solo sirve para que el alumnado con bajo nivel solo quiera que todo, absolutamente todo, esté traducido, y para que no sigan mi explicación. Se pierden los dobles significados, los matices difíciles de traducir (la diferencia entre shade y shadow surgió en el último tema del curso), e incluso la posibilidad de que en un idioma usemos varias palabras y en otro solo una para expresar lo mismo (quieren traducción palabra por palabra). El curso que viene el vocabulario se ve primero fuera del libro: sinónimos y antónimos, de lo general a lo especializado, y cuando tengamos todo el de la unidad bajo control, entonces libro.
Una última cosa. Hasta ahora lo primero que planifico son las fechas de los exámenes, y luego las actividades alrededor de eso. Este año ha sido necesario improvisar qué actividades se iban a hacer en cada tema aparte de los exámenes, por varias razones, entre ellas que era la primera vez usando un libro de 6 temas con el mismo contenido que los habituales 9, es decir, eran mucho más largos y a veces era conveniente evaluar a la mitad pero otras no. El curso próximo tendré las actividades evaluables, con o sin fecha, planeadas desde el principio de cada tema, porque ya estoy familiarizada con los materiales.
Y eso sería, en conjunto, las cosas que más me interesa mejorar. Es todo basiquísimo, pero es que al final en el aula la respuesta a «¿Cómo consigo que este niño aprenda?» suele ser muy básica por mucho trasfondo teórico que la acompañe. A ver qué tal nos va el curso que viene.