Querido novato en el proceloso mar de la discusión sobre feminismo: en este pequeño gráfico (diseño cortesía de @relatividad) tienes, para tu comodidad, algunas cosas muy elementales que puedes ahorrarte decir si estás discutiendo con una feminista. Hay más cosas que no queremos que digas, pero todas éstas destacan porque son errores o mentiras.
1 – ¿Las mujeres tienen privilegios?. Detállalos. Pon ejemplos muy concretos de privilegios que la mayoría de las mujeres, aquí, y a ser posible también en Yemen y en Vietnam, tienen respecto a la mayoría de los hombres.
2 – Deberías leer/ estudiar/ conocer tal o cual cosa: es más que probable que si una mujer está dispuesta a discutir en público contigo, sabe mucho sobre el tema en cuestión. Si la conversación tiene lugar con desconocidas por internet, podrían ser profesionales de lo que nombras.
3 – El feminismo debería encargarse de (este tema). O debería hacerlo con (este enfoque). Aquí hay multitud de problemas. Para empezar, ¿tú que sabes qué hago cuando no estoy hablando contigo? Por otra parte, si no soy una experta, mejor que no me meta en ese aspecto del feminismo. Ya hay más gente en él. Y, para terminar, si crees que hay que arreglar algo, arréglalo tú.
(Aquí otra cosa distinta es que pertenezcas a un grupo concreto, con un número de miembros relativamente pequeño, y quieras cambiar qué hacen tus compañeras. Se aconseja el máximo tacto)
4 – Pero es que algunas mujeres han hecho (algo negativo que no es de lo que tu interlocutora habla). Esto es la falacia del hombre de paja: si estamos hablando de mis derechos laborales, o de que el feminismo es relevante y necesario, no me saltes con las denuncias falsas por violación, con el lenguaje inclusivo, o con que tu ex era de Valladolid, por donde pasa el Pisuerga.
5 – Ley de Godwin. Una analogía o comparación con los nazis hará pensar a cualquiera que no tienes argumentos.
6 – No os hacemos caso por vuestro tono: eso es, sencillamente, mentira. No me haces caso porque no te da la gana, y además, no te gusta mi tono. Si nos hicieras caso cuando bajamos el tono, esta conversación no habría necesitado empezar. Mi madre habría obtenido todo lo que reivindicó en su momento, y seríamos todos más felices.
7 – Pues en (país donde las mujeres son de color marrón) están peor. En sus dos variantes: no te quejes que podría ser peor y ayúdalas. Ante lo primero: que las niñas etíopes mueran de hambre porque la comida es para sus hermanos no se va a resolver si yo dejo de hablar de cine.
Y segunda: la idea de «ayudar» a personas adultas e inteligentes es espinosa. Cada uno debe contribuir al bien común según sus posibilidades, y para informar-concienciar-educar sobre problemas sociales es importante tener un conocimiento profundo de nuestros interlocutores. Yo, aquí en España, no tengo derecho a entrometerme en cómo desarrollan sus luchas sociales en culturas muy distintas de la mía. Las mujeres marrones encontrarán su camino libremente si evito ser racista y explotadora, y si las escucho como quiero que tú me escuches a mí.
Algo muy distinto es aprovechar las ocasiones de prestar ayuda real: por ejemplo, la más fácil es dar dinero a una ONG de confianza. Pero volviendo al tema inicial: mi obsesión con el test de Bechdel no perjudica a las mujeres egipcias o tailandesas. Y ¿qué estás haciendo tú por ellas, ya que estamos?
8 No tienes sentido del humor / no entiendes nuestro humor. Podemos entender un chiste, entender porqué te parece gracioso, y al mismo tiempo pensar que no tiene gracia porque incluye estereotipos que no nos gustan, o porque trata un tema como si fuera ridículo cuando para nosotras es real. Nos divierten otras cosas. Y aparte, si no tengo humor, ¿qué más da? ¿tengo por eso menos razón?
9 – Es que XYZ no es feminismo, es igualdad / sentido común. El feminismo es un movimiento de justicia social, que defiende, entre otras cosas, XYZ, y si XYZ existe, es porque lo han logrado feministas. Si eso consigue lo que tú llamas «la igualdad», mira qué bien. Pero «igualdad» es un término espinoso (¿igualdad de quiénes?) y resbaladizo (igualdad ante la ley ya tenemos).
10 – ABC es simplemente cómo es el lenguaje, usar esa expresión no es machista. El lenguaje refleja cómo pensamos, y qué valores refleja la sociedad. Un ejemplo: «austero» significa «severo y ajustado a la moral; sencillo y sin alardes». ¿Tiene eso algo que ver con los recortes y eliminaciones de servicios públicos de los últimos años? Pues no. Pero el discurso político nos ha dejado sin mejores palabras.
11 – Es que la RAE…. – La Real Academia Española es un club de 35 señores y 5 señoras. Todos son muy mayores, no todos son lingüistas (hay escritores y periodistas; ha sido dirigida por un médico), y tienden a una ideología conservadora. Opinan que «almóndiga» es una palabra correcta, que los pingüinos viven en el Hemisferio Norte, y que la palabra «género» no existe.
12 – YO no soy machista. Primero, que nadie se considera machista. Decir que no lo eres no es tema de conversación. Y casi todo el mundo tiene algún resto de conducta machista. Segundo, ¿estás completamente seguro de que estábamos hablando de ti?
13 – Pero si ya tenéis la igualdad, ¿qué más queréis? – Tenemos la igualdad ante la ley. Ahora queremos: que no nos violen, que no se piense que las tareas domésticas son cosa nuestra, igualdad laboral, y derechos parecidos a lo que ya tenemos las demás para las pobres, las lesbianas, las trans* y las de piel más oscura. Eso, para empezar.
14 – Estamos debatiendo. Si nuestro punto de partida es un desacuerdo frontal, el debate no sirve para nada. Y si estás intentando hablar sobre un tema que otra persona domina y tú no, no estáis igualados, y por lo tanto no hay debate, y a lo más que puedes aspirar es a que la otra persona tenga paciencia y ganas para educarte. ¿Suena mal? Imagina que quieres debatir sobre cine gore o sobre baloncesto. Con tu abuela. Así nos estás haciendo sentir.
15 – Cualquier mención de la palabra «hembrismo» – Si estás insultando, allá tú. Pero el hembrismo como «movimiento social que defiende la superioridad de la mujer respecto al hombre» sólo existe en tus pesadillas. A lo mejor es que estás usando la palabra para referirte a feministas que ofenden a tu sensibilidad. Veáse punto 6.
16 – Censura / Atacas mi libertad de expresión: Tú eres libre de expresarte, y yo de atacar tus opiniones. Sólo si te he amenazado, chantajeado, o en caso de comunicación online, hackeado, puedes decir que te estoy impidiendo expresarte. Si te molesta que te cuestionen, es problema tuyo.
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